martes, 16 de julio de 2019

Dodona II. El teatro y su entorno


     Ubicado en el santuario mántico de Zeus Dodoneo, el teatro de Dodona (Epiro) representa uno de los más destacados del Helenismo y el monumento más prominente de la intensa renovación arquitectónica que experimentó el reino de Epiro durante este periodo.

 Formó parte del amplio programa arquitectónico promovido por el rey Pirro (297-272 a.C.) en un recinto oracular, al que el monarca siempre estuvo estrechamente asociado en tanto que santuario por excelencia y centro político de las diversas tribus de Epiro y de Iliria meridional. En tiempos de Pirro era sede de la symmachía (alianza de guerra, confederación) y más tarde, tras la caída de los Eácidas, del kionón (comunidad, unión) de los epirotas. 
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Lugar de encuentro de múltiples etnias locales, ciudades y confederaciones, cabe recordar la insistente referencia alusiva a Dodona en innumerbles acuñaciones realizadas bajo su reinado, muy particularmente, al otro lado del mar Jónico, en las cecas de las ciudades aliadas del Sur de Italia y Sicilia. Ante todo, se trata de un santuario regional, de carácter federal y panepirota, pero también de innegable proyección panhelénica.



         A  los pies de las alturas del monte Tómaros (consagrado a Zeus y por tanto horizonte topográfico y sagrado de Dodona), el teatro se emplaza en un paisaje imponente y alusivo, dominando el valle y fondo de montaña. Un recinto donde
 aflora lo maravilloso antiguo, tan vinculado a la propia naturaleza. La ubicación del teatro en un santuario no fue la única en el reino: el teatro ilirio de la ciudad de Butrinto, en el sur de la actual Albania, se asociaba también a un recinto sagrado, en esta ocasión consagrado a Asclepios. Como en Dodona, en Butrinto, donde el teatro se vuelca hacia la llanura al tiempo que ofrece vistas marítimas de las costas de Corfú y del lago Butrinto, o bien en los teatros de Ambracia I y Casope, estos últimos volcados a las deslumbrantes panorámicas del Golfo Ambrácico, las construcciones escénicas del Gran Epiro suelen dominar paisajes grandiosos y espectaculares, dotados de extraordinaria belleza. La contemplación de entornos naturales privilegiados jugó sin duda un destacado papel en la orientación y del diseño de estos teatros helenístico.
                        
Ejecutado con toda seguridad durante la primera década del gobierno del rey epirota, a comienzos del siglo III a.C., se trata de una creación del Primer Helenismo. Pero como tantos otros teatros griegos, en el transcurso de su historia se vio sometido a profundas reformas, debido en concreto a las destrucciones llevadas a cabo en el santuario por los etolios (219 a.C.) y en plena Guerra de Conquista, por el general romano Emilio Paulo.  Más tarde, el teatro pudo haber sufrido drásticas modificaciones ya en tiempos Augusto. El hecho es que en época imperial avanzada se destinaba a arena, con lo que sufrió notables alteraciones debidas a la adecuación al nuevo uso.

 
 Construcción ex novo, a diferencia de otros teatros helenísticos (como el de Atenas), no fue una remodelación o ampliación a partir de una fábrica preexistente. Desde el punto de vista tipológico obedece a las pautas constructivas del teatro helenístico. Se trata de una estructura permanente, ejecutada totalmente en piedra, en forma el hemiciclo ceñido a la topografía, tallado en la ladera meridional de la acrópolis que domina el santuario. Las gradas o koilon (la cavea latina) se disponen en tres pisos o sectores divididos por dos corredores concéntricos (diazómataque ciñen y separan en altura las secciones del graderío y, como las escaleras  radiales (klímakes), facilitan la circulación. En los diazómata, de mayor anchura que las gradas, no se disponían asientos; estos corredores van delimitados por un pedestal de ortóstatos y remate moldurado.

             El graderío superior, que en Dodona alcanza considerable altura, se denomina epitheatron y en su periferia va delimitado por un corredor continuo, que circunda la cávea en todo su trazado. No se trata de un diazoma propiamente dicho, pues no separa niveles de gradas, sino de un peridromos, un camino semicircular que rodea las gradas. Todo indica que contó con varias puertas de acceso a las gradas, algunas situadas en la cumbre del teatro. Inmediatamente detrás de este corredor circundante, se sitúan los analemmata o muros de contención ( obedecen a una obra de periokodomía, término que designa lo que se construye alrededor), en Dodona muy reforzados. Particularmente en los flancos, con el fin de contrarrestar el empuje lateral de la estructura.


Dodona. Planta del teatro (Katsikoudis 2000)









                                                                                                                                                          
            






















Escaleras y diazómata dividen el koilon en kerkides o secciones cuneiformes (las cunei latinas), que en el epitheatron se duplican. Los dos extremos de los analémata (muros de contención) son rectilíneos y paralelos a la skenè. La foma semicircular del koilon, junto con esta particular alineación paralela de los analemata, representan caracteres propios de los teatros siciliotas.

         La curvatura regular y la distribución del graderío muestra algunas correcciones ópticas, destinadas perfeccionar tanto la visibilidad como la acústica. Dentro de la inherente estructura conquiforme, se trata de conferir a las gradas la mayor frontalidad posible. Cabe recordar que el elemento más importante del teatro era este ámbito del espectador, visualmente orientado a la órchestra y a la skenè. La propia denominación griega recoge esta percepción originaria: el término θέατρον (theatron), de rica polisemia, junto al conjunto de los espectadores, designa el graderío y el sitio donde se mira. El recinto teatral fue ante todo un lugar, un espacio de contemplación colectiva.
                
                      La órchestra (que en rigor nunca poseyó particular relevancia arquitectónica y cuya forma viene determinada por la disposición del koilon), representa el centro óptico del teatro y en Dodona adopta una composición ultrasemicircular, estrictamente radial, sin prolongación recta. A diferencia del de Epidauro, que lo antecedió en el tiempo (h. 300 a.C) y como en tantos otros teatros helenísticos, dada la estructura del koilon, el círculo no se completa. Siguiendo viejas pautas, la orquesta se realizó en tierra batida, sin revestimiento pétreo. En el centro de la misma se ubicaba el tradicional altar o tyméle en honor de Dioniso, patrono de los certámenes teatrales.                 

  







  
En contraste con el romano, de composición estrictamente cerrada y unitaria, en el teatro helenístico el koilon y la eskenè poseen su propia autonomía arquitectónica y no se integran en una unidad. Se separan mediante corredores (parodoi), emplazados en los dos extremos rectilíneos de los muros de contención (analémmata) del graderío. Estos pasajes constituyen el principal acceso a orquesta y a las gradas. Una vez atravesados, los espectadores se dirigían a las dos grandes escaleras simétricas, dispuestas en los extremos del koilon, para acceder a los asientos. La función de los paradoi era pues regular la entrada al teatro. En Dodona no poseen la  pronunciada oblicuidad que muestran los accesos del teatro de Epidauro debido al avance de la cávea inferior, y adoptan una composición en letra gamma (Γ), con pórtico de pilares con columnas jónicas de basa ática en su extremo norte - a la altura de las paraskenia -, cuyos tramos, relativamente anchos, funcionaban a modo de propileo de doble puerta.


Pórtico de párodos del teatro de Dodona. Umbral de acceso a las gradas y a la orchestra  a modo de propileo de orden jónico, alineado con la paraskenia.
 Esta peculiar composición de la párodos aparece en otros teatros helenísticos de reino de Epiro, como el de Búlice (Βύλλις), polis iliria del norte del reino, cuyo diseño, si bien a escala menor, representa todo un paralelo tipológico al de Dodona. Ambos proyectos tal vez fueran obra de un mismo arquitecto. Los pasajes en ángulo recto resultan frecuentes en los teatros helenísticos siciliotas, donde seguramente haya que ubicar el origen.


Teatro de Búlice (Billys), Iliria
                                           
   
                                   Especialmente articulado llegó a ser el edificio escénico, de planta rectangular y doble piso. En origen fue sencillo, de una sola planta, del tipo proskénion. En su fase evolucionada, ya posterior a 219 a.C, el complejo escénico contaba con nuevo proskenio que, ubicado en el frente de la estructura funcionaba como antecuerpo, con una fachada articulada por pilares con medias columnas jónica y cubierta plana en resalte (logheion),   - de uso extendido en los teatros epirotas-, sobre la cual evolucionaban los actores. En los tramos entre los apoyos que sostenían el logheion, se disponían puertas (thyromata) y pinturas sobre madera (pínakes).

               Sobre el proskenio se elevaba un segundo piso escénico con apoyos exentos en el frente, también de orden jónico y dependencias simétricas para los actores y el atrezzo; al fondo, el muro escénico, de cuidado aparejo. Este plano alto iba cubierto a doble vertiente y flanqueado, al igual el proskénion,  por las alae o cuerpos simétricos en saledizo (paraskenia)a cuyos lados, como se ha indicado, se situaba el acceso porticado en el extremo de cada parádos

                El uso de los órdenes varía de un teatro a otro, pero el empleo duplicado y superpuesto del jónico en el  proskénio y la skenè no es muy frecuente;  parece ser que se adoptó también en otros teatros del Gran Epiro, como el de Phoinike, también del siglo III a. C., que presenta ciertas analogías tipológicas con el de Dodona. 

Gracias a su excelente estado de conservación, y pese a las pronunciadas diferencias, el complejo escénico de Pryene en Asia Menor, de tipo logheion, tan extendido durante el Primer Helenismo (Eretria, Afrodisia, etc), puede aportar una idea general de la apariencia y composición de la estructura escénica de Dodona (en particular del plano inferior), que compartían también los teatros epirotas de Byllis y Casope.

Tras la estructura escénica, a modo de estoa, se extendía un pórtico dórico de sencillas columnas de sección octogonal, de tradición local y empleo relativamente extendido en Epiro, particularmente en la edilicia civil. Comunicaba con la skenè por medio de un hueco central en arco de medio punto, al tiempo que bordeaba y monumentalizaba el camino que conduce hasta el complejo cultual del recinto, denominado por Polibio hiera oikia (casa sagrada), epicentro religioso del santuario.















Pórtico meridional con columnata dórica. Comunicaba con la skenè del teatro mediante un hueco central en arco de medio punto
    


            El teatro flanquea pues el lado norte eje del principal del témenos, vía sagrada que lo recorre de E a O. En sus proximidades se alinean otras construcciones, con funciones de acogida y de carácter político administrativo, como el pritaneo y el bouleuterión, destinados respectivamente a albergue y sala de reunión, o el vecino estadio, este último posterior a la época de Pirro, pero destinado, al igual que el propio teatro, a la celebración peródica de los Naia, Se trata de un certamen religioso en honor a Zeus Naios ("el que reside") que comprendía juegos atléticos y representaciones teatrales. Se desconoce su relación, su conexión con las prácticas y el ritual de consulta oracular. Los señalados edificios político administrativos parecen haber desempeñado un papel destacado en la organización de tales certámenes, que con el tiempo adoptaron pautas propias de los jugos sarados celebrados en los prestigiosos santuarios panhelénicos de la Grecia peninsular.

Dada la existencia de destacados espacios cubiertos destinados al hospedaje, a la deliberación, a la administración federativa y a la del propio santuario, el recinto teatral probablemente no se utilizó con otra función que no fuera la propiamente interpretativa y escénica, a diferencia de otros teatros epirotas – de carácter urbano- que, ubicados en las proximidades del ágora ciudadana (Phoinike)  e incluso integrados en la misma (Byllis), sirvieron también como ámbito propiamente político (así lo corroboran varios testimonios epigráficos). De todos modos, esta última función no debe sobre dimensionase en el teatro griego y helenístico, cuya razón de ser fue profundamente performativa, Así lo corrobora la propia estructura, orientada hacia la órchestra y el complejo escénico, espacios ambos de actuación e interpretación( con cierta prevalencia de la órchestra y el proskénion). De otra parte, el propio Dioniso, que preside el θέατρον desde su propia génesis, y a quien se consagra la construcción como propiedad sagrada, representa una divinidad que, como Ártemis, más bien se mueve en los márgenes y liminares de la política.

    Plano general del santuario de Dodona
Llama la atención el amplio desarrollo que durante el Helenismo adquirieron en Dodona las construcciones de carácter agonístico y político, junto con el trazado de largas estoas, como el largo pórtico dórico occidental del pritaneo, de fines del siglo III a.C., ante cuya fachada se montraban sobre pedestales destacadas ofrendas escultóricas en bronce de dinastas y personajes de rango de las confederaciones. Estos nuevos monumentos, incluido el gran teatro, llegaron a ocupar un superficie incomparablemente superior al recinto de la hiera oikia. Pese a las sucesivas reformas (como la señalada en tiempos de Pirro), este último ámbito - ancestral y sagrado por excelencia - con el tiempo  quedó un tanto relegado en el conjunto del santuario desde un punto de vista monumental e incluso tal vez funcional.


    Estoa del gran pórtico occidental del cercano bouleuterión, con pedestales alineados destinados a ofrendas escultóricas


En la delimitación del teatro destacaba el vigoroso análemma, que circunda el perímetro del koilon, muro de contención y soporte de estructura torreada que se extendía desde la elevada cumbre hasta las paredes rectas del graderío  que, como se ha dicho, flanquean en paralelo el edificio escénico. Particular y poderoso efecto creanlas torres dobles (pyrgoi) que, prolongadas en bastiones, se sitúan en los extremos meridionales del analema con función de refuerzo.


 Tales fábricas se ejecutaron en piedra calcárea grisácea, de uso común en el recinto dodoneo, mediante muros de aparejo rectangular regular (isódomo), con las caras visibles de los sillares en resalte, escasamente cinceladas, y junturas bien definidas. Un aparejo particularmente característico de la arquitectura poliorcética y que se consigna en otros sectores del santuario. A los pies del teatro, en lo que pudiera entenderse como composición de fachada, estos elementos de apariencia defensiva articulan el exterior al tiempo que lo singularizan, al conferirle una solidez y un semblante propios de fortaleza.


        
En el conjunto del recinto, el teatro representa con mucho la construcción más prominente, ante todo por su extraordinaria monumentalidad, contado con un aforo superior a los 15.000 espectadores. Entre los demás teatros del Epiro helenístico, con ser menores, tan solo el Ambracia I y Phoinike podrían comparársele en amplitud. Con respecto al resto del mundo griego, los de Argos y Siracusa se le aproximan y solo lo supera en tamaño y aforo el de Megalópolis en Arcadia.

Con motivo de la reforma romana de época imperial, que le impuso una función propia de anfiteatro, se ejecutaron cambios  que modificaron drásticamente la apariencia del monumento helenístico. Y no precisamente para convertirlo o asemejarlo a un theatrum a la romana, como  en cambio aconteció en otras construcciones escénicas del área epirota (Phoinike). En Dodona se confirió al sector de la orchestra y la skene (que fue derruida, sin llegar a adoptar nunca el scaenae frons  propio del escenario romano) un trazado elipsoidal. También se desmantelaron las primeras filas, incluyendo obviamente la fila de proedria o asientos preferentes que en su día se ubicaba en el nivel más bajo del graderío. En este último sector se realizó un elevado parapeto de ortóstatos con el fin de proteger a los espectadores de las las venationes, zoomaquias y combates de gladiadores, inherentes a la celebración de los ludi triumphales. No obstante, a los pies del antepecho romano, conserva el euripos, de origen y tradición  griega, canal concéntrico con respecto a a la órchestra destinado al drenaje del agua de lluvia.




Con la drástica intervención de época imperial, la tragedia clásica, la comedia antigua y nueva, el drama satírico y la pantomima, la música coral y la recitación, experimentaron una suerte de violento desahucio. Se vieron impelidas a  ceder su espacio tradicional al espectáculo sanguinario y brutal de la arena romana.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

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