lunes, 5 de junio de 2023

Imágenes de excelencia III. Ensayo versus tratado. Materiales librescos y proyecciones utópicas en Winckelmann

 Los GedankenEnsayo versus tratado

El influyente estudio de Winckelmann constituye un opúculo organizado en cuatro secciones que no aparecen claramente delimitadas y en conjunto de articulación escasamente sistemática (Hauss 1970). La obra se fundamenta en un principio de poikilía que linda el abigarramiento por la gran variedad y disparidad de materiales (que nunca pretende tratar por entero), por la hibridación y la acumulación, por el efecto mosaico, todas ellas características propias o bien atribuibles a un ensayo (Besa Camprubí 2014).

En palabras de Elisabeth Décultot, "Le lecteur contemporain reste frappé par le caractère composite de cet ouvrage. Cette hétérogénéité se manifeste tout d’abord dans la disparité du matériau. Winckelmann alterne sans transition remarques générales et exemples détaillés, notations sur les Anciens et considérations sur les Modernes" (Décultot 2003). No sorpende la sorpresa y un cierto malestar de J. W. Goethe ante la primera lectura del trabajo, que consideró bizarro y de un estilo conciso que no siempre propiciaba la comprensión. 

Los Gedanken  engloban una heterogeneidad de aspectos (naturales, históricos, críticos, descriptivos, técnicos, normativos)  que se extiende incluso a la pluralidad de la teoría estética implicada en la propia noción sobre la naturaleza de lo bello. Esta última, si desea  alcanzar lo elevado, no puede limitarse a la mimesis directa, a una imitatio naturae que debe trascender. Lo bello natural  debe experimetar un proceso de idealización (en Wincklemann esencialmente la idea de belleza es espiritual, se crea en la mente del artista) (Kaufmann  2015). Pero en el texto la noción se percibe fluctuante, preferentemente mediatizada por Platón, pero también  neoplatónica, belloriana o bien sincrética, la del camino medio entre dos extremos, de origien aristotélico. 

En cuanto a la nueva estética filosófica de aquel tiempo, encabezada por  A. G. Baumgarten y de la que Winckelmann era buen conocedor, solo le suscita crítica: reticente ante el sometimiento de la teoría del arte a la disciplina científica - por demás, como subraya R. Shusterman cimentada en el racionalismo antisomático, opuesto a la hoy denominada somaestética winckelmanniana -, el término estética ni tan siquiera aparece mencionado en los Gedanken, volcados prioritariamente en la crítica del gusto y en un pensamiento artístico que obviamente tampoco excluye la reflexión estética sin constituir esta última un eje vertebrador. En cuanto a la finalidad de todas las artes, para el crítico es doble, tal como se enuncia de forma lacónica ya hacia el término del ensayo: deben agradar y al tiempo instruir, conforme a un principio de origen clásico muy arraigado en el siglo XVII y que se prolonga durante la Ilustración.

   Totalmente distanciada tanto de la historiografía biográfica como de la organización histórica secuencial, como género o modadad literaria la exposición textual se muestra también diferenciada del campo de la tratadística, que lleva consigo la lógica en la progresión, el punto de vista monofocal sobre el objeto de estudio y una estructura más canónica, con contenidos más exhaustivos y por lo general configurada en prólogo, desarrollo y epílogo. Pero en coherencia con la hibridación de modalidades literarias característica de un ensayo, en el estudio indudablemente hay también enunciados normativos, propios de un de tratado. Ya G. Baumecker señalaba el sentido ensayístico de la compleja disertación, un entretejido caracterizado por la diversidad de intenciones (Baumecker 1933). Como ensayo o ensayo breve suele designarse el opósculo, o bien con un término más vago que literariamente no lo cualifica: simplemente como escrito.

Así, en la publicación de Winckelmann es la elaborada y programática dedicatoria - que las ediciones del estudio no suelen incluir- lo que pudiera reconocerse como equivalente a un proemio o prefacio- En cambio los primeros pasajes de los Gedenken, donde expone condiciones extra artísticas que propiciaron la relación armónica entre sociedad y naturaleza en el mundo griego (de indudable relevancia por su originalidad histórico antropológica), nada tienen de prólogo o sumario: el autor entra de lleno en materia con los condicionamientos naturales y sociales del buen gusto entre los griegos. La disertación tampoco se cierra en el límite de un epílogo: las últimas reflexiones (en torno a la categoría iconográfica de la alegoría) no poseen valor concluyente, de recapitulación de conjunto sobre lo ya dicho. Permanecen abiertas o en suspenso y crean la sensación de que el texto, sin conclusión sintética, pudiera prolongarse indefinidamente.

Si el tratado se fundamenta en la unicidad, en cambio el ensayo reflexiona en múltipes direcciones y ciertamente divaga. En este sentido, cabe recordar que Winckelmann leyó con gran interés tanto los precursores Moralia de Plutarco como los Essais de Montaigne y de Shaftesbury quienes, como ya señalaba Carl Justi en su insuperable monumento literario a Winckelmann(1866) fueron para el prusiano un cautivador referente en su afán de independecia y libertad. Pero también, y en particular Montagne, un modelo inconformista en el permanente ejercicio de escritura y reescritura.

El caracter reflexivo ya lo anticipa explícitamente el propio enunciado de la disertación donde el autor orienta a sus lectores potenciales sobre la naturaleza y el objeto de la obra: el término Gedanken (pensamientos, meditaciones) no posee una acepción precisa ni exhaustiva, del mismo modo que la expresión Nachahmung der griechischen Werke (en Winckelmann una imitación actualizadora que comporta el tomar como modelo sin por ello contraponerse a la creatividad) (Larson 1976), entraña una óptica normativa que el texto desarrollará con carácter retrospectivo y a un tiempo prospectivo. Pintura y escultura (con ello, las Bildenden Künste que remiten a la propia noción de imagen) definen el campo de observación, que solo se se extiende a otras artes de modo muy restringido. Diversas modalidades críticas tienden a pautar el ensayo, que incluso pudiera considerarse una forma híbrida de Kunstkritische Essay y Kulturkritische Essay.

En Winckelmann el afán de conocimiento se muestra indisociable del ejercicio de estilo, que tiene como horizonte la necesidad de crear un nuevo lenguaje con el cual los objetos artísticos pudieran ser recreados o transpuestos, una forma nueva de intercambio entre los distintos medios. Con pocas notas y escasas referencias a las fuentes, la redacción opta un estilo elegante y conciso. El autor elabora una prosa vívida y expresiva (Ausdruckprosa) y a un tiempo sólida, con cortos parágrafos aforísticos en los que se contiene la ampulosidad retórica y donde tan pronto se entretejen como se yuxtaponen pasado y presente sin transición alguna. En los Gedanken Winckelmann recurre a la refundición textual, a la apoyatura erudita y de autoridad de los clásicos, a la comparación como recurso crítico y descriptivo. También a la reiterada digresión sugestiva (cualidad muy propiamente ensayística) que amplifica considerablemente el texto en diversas direcciones y crea dispares efectos y variados matices de significado.

La disertación obedece a un propósito didáctico (con resonancias all'antica) donde en un ejercicio de pensamiento artístico entendido como crítica del arte y confrontación de gusto entre pasado y presente, además de argumentos de excelencia sobre la cultura y en particular sobre el arte griego, se exponen pautas, normas a seguir por parte de los artistas de su tiempo, tanto pintores como escultores, destinadas a alcanzar la perfección. Conforme al enunciado pudiera pensarse que estos últimos serían destinatarios primarios de un opúsculo en realidad más estratégicamente orientado a crear expectación por parte de un público de connoisseurs y anticuarios, que forman parte de la sociedad culta y acomodada. La limitada tirada de la primera edición (la mayor parte de los ejemplares fueron regalados), no hace pensar en una recepción más amplia ni mucho menos general e incluso pone en valor su rareza por escasa. La intención didáctica, el afán de instruir que representa uno de los hilos conductores en la trayectoria literaria de Winckelmann (Morrison 1996), más bien se orienta a la reeducación del gusto de una minoría cultivada en la que se presupone el grado de criterio para enjuiciar la novedad de propósitos del escrito, ideado con grandes expectativas de reconocimiento por parte de las élites ilustradas sajonas.

En el proyecto de restauración que representan los Gedanken, la imitación de los Antiguos (para Winckelmann, de los griegos) se propone como vía de regeneración de los estilos artísticos de su tiempo: el barroco bien avanzado y el Rococó. A esta decadencia de las artes, síntoma de otras decadencias políticas y morales consustanciales a la modernidad, contrapondrá a modo de antídoto estético y moral la imitación del arte griego (Blanc 2018). Una forma de imitación que en modo alguno se reflere a la copia directa, al calco servil, que peyorativamente Winckelmann consideraba propio de la decadencia artística romana, ni tampoco a una imposible equiparación con lo irrepetible, sino a la revitalización del espíritu creativo que evidenciaban los referentes materiales deparados por el pasado y que en el autor encarnan lo bello univeral, el ideal estético y ético de la humanidad. Rehaciendo una sentencia de La Broullère en los Caracteres, en un pasaje no exento de aporía (Décultot 2000, 2004, 2014, 2017), enuncia lo que I, J. Kuznekov denomina una elegante paradoja donde Winckelmann, como en tantas otras ocasiones, utiliza la autoridad homérica a modo de apoyatura interpretativa (una sentencia sobre Homero en la que a su vez reelabora un pasaje de Alexander Pope). En la formulación apodíctica, afirma la posibilidad del retorno como alternativa de futuro y llega incluso a considerar la imitación del arte griego como único camino para, si es que fuera posible, alcanzar la perfección de lo inimitable.

Der einzige Weg für uns groß, ja wenn es möglich ist, unnachahmlich zu werden, ist die Nachahmung der Alten, und was jemand von Homer gesagt, daß derjenige ihn bewundern lernet, der ihn wohl verstehen gelernet, gilt auch von den Kunstwerken der Alten, sonderlich der Griechen.

El único camino que nos queda para llegar a ser grandes, incluso inimitables si ello es posible, es la imitación de los antiguos, lo que alguien dijo de Homero, a saber, que aprender a comprenderlo bien es aprender a admirarlo, vale también para las obras de arte de los antiguos, en particular las de los griegos. 

La exigencia incondicional de una imitación de lo antiguo queda bien explícita en el pasaje. Pero ya se ha indicado cómo en Winckelmann la imitación de los griegos es sinónimo de noble emulación, posee el sentido del afán de comparación propio de la Grecia clásica, el ζῆλος. Compatible con la creatividad, no excluye la inventiva ni la autenticidad. Distanciada de la copia, la verdadera Nachahmung puede conferir a lo imitado una nueva naturaleza, una identidad propia. Tal imitación representa la vía necesaria para satisfacer el anhelo de renovación y cambio propio de aquel tiempo, confiriéndole una trascendencia que rebasa con mucho las contingencias del gusto artístico: en Winckelmann la mimesis de los Antiguos - central y cateórica - se muestra enlazada tanto al conocimiento antropológico del pasado como al devenir histórico.

Materiales librescos y proyecciones utópícas

Obviamente el estudio no surgió tan solo de la capacidad de observación, la reflexón y la intuición propia: como señala Cicerón en Brutus, antes de Homero hubo muchos otros poetas. Incansable lector, traductor, recopilador (su colección de libros era mengüada en extremo y llegó a elaborar una enorme biblioteca portátil de manuscritos) (Décultot 2003), Winckelmann escribe durante un tiempo en que, aunque aún de forma un tanto imprecisa, el "Estilo Griego", sin una identidad estética específica, ya había entrado en las categorías usuales del discurso ilustrado ((Décultot 2000). Contó con un extraordinario bagaje de cultura literaria clásica y de saberes multidisciplinares adquiridos en Alemania, pero también con destacadas transferencias de fuentes teóricas internacionales sobre lo que podiera calificarse como cultura helenófila: el término "filoheleno", posee una acepción solidaria y reivindicativa y obedece a un tiempo posterior, el de la emancipación política de Grecia (Penn 1938, Evangelos 2012, Tolias 2017), que tuvo en la Emperatriz Catalina la Grande una interesada precursora.

Los referentes en buena parte procedían de la abundante historiografía francesa relativa a la Querelle entre Antiguos y Modernos - entre muchos otros, R. de Piles, R. F. de Chambray, Ch, Perrault, A. Félibien, P. Bayle, Anne Dacier, Voltaire, J. L. Lecrerc, Ch, L.Montesquieu-, un denso corpus literario que en época de Winckelmann se hallaba en una fase mucho más consolidada y acreditada que en Alemania, donde en cambio la Aufklärung avanzaba de forma notoria en campos relativos a las ciencias experimentales o en la propia ästhetische Wissenschaft concebida como ciencia filosófica con fundamento empírico. Sintomática la presencia de términos franceses en conceptos clave de los Gedanken (contour, draperie, manier), que de por sí expresan la relevancia de estas fuentes.

Pero la atención libresca de Winckelmann en el ámbito del pensamiento artístico no solo se dirige hacia la vecina Francia. En la larga polémica viva e intercomunicada a ambos lados del Canal donde coexisten pronunciadas diferencias, Inglaterra también tuvo cosiderable protagonismo dentro de The Battle of the Books, conforme al título de la célebre sátira de Jonathan Swift (1704) . Así, en el opúsculo de Winckelmann, que procura eludir la cita de fuentes contemporáneas o no muy lejanas, se consigna una particular sugestión de la obra del pintor y teórico londinense Jonathan Robertson An Essay on the Theory of Painting, publicada en 1715 y traducida al francés en 1728. Más que un referente expositivo, el estudio representó para Winckelmann un modelo categórico y sistemático de criterios de análisis.

Entre otros aspectos, aparte de estos últimos criterios concernientes a la racionalización de las distinciones en el análisis formal, Robertson (como G. Berkeley en la memoria de su viaje por Italia) anticipó también "la noble simplicidad y la serena grandeza". Verdadera grandeza en términos del pintor y tratadista inglés: el adjetivo stille en Winckelmann (serena, inmovil, silenciosa) obedece a otra tradición discusiva, propiamente alemana, relacionada con la quietud del pietismo (Pfotenhauer 2001).

Se trata de expresiones presentes en los Gedanken acerca del juicio de Winckelmann sobre el Laocoonte, como se ha visto interpolado en la versión definitiva con carácter paradigmático y un particular valor expresivo. En el ilustrado de Stendal, stille Grösse, edle Einfall, tanto en la actitud como en la expresión, suponen nociones teóricas decisivas en la exégesis sobre la excelencia y superioridad del arte griego, si bien basadas en lo que al mediar el siglo XVIII constituía ya un topos (Stammler 1961, Gohlke 2012) que tuvo sus pioneros, como Berkeley en su Viaje a Italia (1718) donde afirma la superioridad del arte griego sobre el romano y que en grandeza y simplicidad los modernos se mostraban inferiores a los unos y a los otros. La "noble simplicidad" de la estatuaria antigua se halla muy presente también en la tradición francesa (Félibien, de Piles, Voltaire).Winckelmann era buen conocedor de de la dinámica crítica de aquel tiempo y sus grandes aportaciones en el ámbito teórico y metodológico serían impensables sin la reflexión y la relación dialéctica con el pensamiento y el gusto artístico, tanto del que le precedió como el dominante en propia contemporaneidad. En buena medida, "le classicisme de Winckelmann est en réalité un espace historique dans lequel se cristallise l'évolution du goût de l'époque"  (Streicher  2010). Mas representa una condensación creada por el afán innovador de un autor que, aun basándose en fuentes ajenas (como actuó el propio Denis Didérot y tantos otros literatos dieciochescos), siempre procuró alcanzar originalidad y diferencia. Al respecto cabe recordar que bajo una óptica intertextual, cada texto se elabora como mosaico y crisol de citas, cada texto es absorción y transformación de otros textos (Kristeva 1992). Traducidas y refundidas, adaptadas en nuevos contextos con diverosos matices y sentidos, las cuantiosas y diversificadas citas que utilizó Winckelmnn le sirvieron como medio para entretejer en los Gedanken un discurso propio y novedoso.

. Pero buscar las auténticas fuentes artísticas significaba viajar a Atenas (no a la mediadora Roma) y Dresde sería desde entonces la Atenas de los artistas, afirma Winckelmann en el ensayo, estableciendo una analogía, "una relación de similitud entre la Grecia de los Antiguos y la Sajonia de los Modernos" (Blanc 1018), al tiempo que pone de manifesto la deuda de la disertación con las colecciones de Dresde, fuentes visuales a las que confirió actualidad y futuro. Aunque no defiende una imposible recuperación de la Antigüedad, que habría de vivir como frustrante pérdida, para Winckelman la translatio, la proyección en el espacio y en el tiempo de los valores estéticos, sociales y morales de los griegos (que obviamente no incluían la igualdad) representa la utopía de una reversibilidad que consideraba factible y necesaria (Lucas Saorin 2001). Con ello creó uno de los grandes fundamentos teóricos del Neoclasicismo, que habría no solo de propugnar, sino también de materializar en la práctica artística tal propósito de realización, basado en la ejemplaridad de los Antiguos (Assunto 1973).

La publicación programática establece fundamentos y criterios, posee un innegable valor anticipador y, a modo de texto referencial y a un tiempo controvertido (baste con recordar la diversas reacciones de Lessing, Goethe y Herder ante su lectura), en estilo y contenido los Gedanken  habrían de erigirse en escrito crucial en la historia educativa del clasicismo alemán, particularmente de la Weimarer Klassik (Hauss 1970).