viernes, 5 de julio de 2019

Cuando el sofista se instala en el taller. Luciano de Samosata y las artes







Cuando el sofista se instala en el taller. Luciano de Samosata y las artes
   
Sofista griego nacido en Samósata (la que fuera en otro tiempo capital del reino de Comagene), Luciano escribió en época antonina, durante la segunda mitad del siglo II d.C. Fue maestro de retórica, del arte de la persuasión y de la palabra e impartió conferencias en varias ciudades del Imperio y llegó a ejercer alguna magistratura. Vivió en Samosata y muchos años en Atenas, ciudad de la retórica por excelencia. Se inscribe dentro del movimiento literario y cultural de la Segunda Sofística.

Autor singular y prolífico, de entidad helénica adquirida, redactó cuantiosas otras, casi todas breves: diálogos satíricos, ensayos de fición, opúsculos moralizantes. Profundamente aticista en estilo, Luciano adopta una actidud y una visión del mundo teñida de escepticismo y de humor, a veces mordaz y transgresor, de tradición cínica. Pero también de fantasía estoica: aquel ejercicio de imaginación e intuición comprehensiva que los autores latinos denominaban ingenium, dejó intensa impronta en su obra.

El sofista representa la figura de un esteta y un experto conocedor del arte clásico en Pleno Imperio Romano (PERTUSI 1961). Muestra gran admiración por las artes plásticas, que utiliza con frecuencia en sus obras a modo de argumentación o de símil. También con el alarde erudito característico de la Segunda Sofística. En todo caso, la obra de arte, y en particular la pintura, campo predilecto de las descripciones artísticas de este movimiento, constituye para Luciano el pretexto para una refinada creación literaria, pero también el modo afrontar el reto de la descripción (écfrasis), un complejo ejercicio especular cuyo objeto es transponer y evidenciar imágenes mediante palabras. Si bien el problema central de la écfrasis se centra en la capacidad de las palabras para crear imágenes ficticias, la descripción artística, ya desde Homero, va unida a la explicación y a la interpretación, es decir, a la exégesis, en la que el estoicismo puso un particular énfasis pedagógico. Durante la Segunda Sofística el juicio artístico - con él la crítica de arte - no solo halla cabida en el género ecfrástico, sino que incluso lo legitima como tal.
Sin duda Luciano supone una destacada fuente para la historia de la pintura antigua, gracias a sus descripciones de obras de Pausón, Zeusis o Apeles. A título de ejemplo, cabe señalar la elocuente écfrasis del cuadro de Zeusis "Una familia de Centaros", cuadro de caballete que Luciano conoce a través de una copia. La temática, tan original, con la insólita y humanizada imagen de la centauresa dando el pecho a sus pequeños. así como los refinados recursos formales y expresivos son descritos e interpretados por el sofista de forma magistral y con léxico propio de gran experto (ROUVERET 1985; GOURMELEN 2008). Pero también debe recordarse la anónima galería de pinturas mitológicas de una rica mansión helenística que describe en su opúsculo La Sala, donde, además de medir y confrontar el poder expresivo de la elocuencia con el de las artes figurativas (GUALANDI 2011), pone el acento en algunos efectos de metamorfosis ligados a la fantasía que preludian a Filóstrato el Viejo: en el cuadro "Perseo liberando a Andrómeda", Luciano muestra el cuerpo del monstruo marino en plena transforfación. La parte expuesta a la mirada de Medusa es ya de piedra, mientras que el resto, a punto de perecer, aún vive. Todo un estímulo a la imaginación de la audiencia o del lector, convertidos en contempladores Como más tarde en Filóstrato, las descripciones de Luciano poseen la cualidad de la enárgeia, de la vivacidad descriptiva que los latinos denominaban evidentia.
Algunas pinturas y mosaicos romanos sugieren ecos de cuadros descritos por Luciano, del mismo modo que algunos artistas del Renaciento se propusieron reconstruirlos, como aconteció con célebre versión -anacrónica en la ambientación arquitectónica, plenamente romana - que realizó Sandro Botticelli de “La Calumnia” del pintor Apeles, cuadro alegórico sobre la delación al que el sofista dedicó una extensa y detallada écfrasis, por demás muy vívida.
.








   


En cuanto a la plástica, muestra preferencia retrospectiva y anticuarista por las escultura de los estilos severo y clásico. Se ocupó de piezas tan célebres como la Afrodita Sosandra de Calamis, Los Tiranicidas, el Discóbolo de Mirón, el Diadúmeno de Policleto o la Lemnia de Fidias. A la Afrodita Cnidia de Praxíteles se dedica considerable extensión en "Amores", obra seguramente apócrifa pero muy lucianesca), donde además se recoge una curiosa anécdota sobre la agalmatofilia, práctica sexual con una estatua sagrada de la que existen otros testimonios. Finalmente, poco interés le suscita la descripción monumental, como si,la arquitectura, en tanto que abstracta y utilitaria, perteneciera a un orden estético inferior al de las artes figurativas.


Frente a la valoración entusiasta de las artes, al igual que otros autores griegos de la Segunda Sofística, Luciano -como Plutarco- no oculta sus prejuicios hacia el trabajo artístico valorado como actividad artesanal, incluso aunque se tratara de prominentes figuras como Fidias o Policleto. Para el sofista, el ejercicio de la palabra es superior a la labor de los xeirotéchnes, de aquellos que desempeñan un oficio manual. Así lo expresa en su obra "El sueño, o vida de Luciano", donde contrapone y confronta las personificaciones de la Techné escultórica y la Paideia. La alineación de Luciano con la cultura, refinada en apariencia y discurso, frente a la Escultura, operaria cubierta de polvo y de palabra ruda, supone una reivindicación de la superioridad social, la riqueza e influencia que potencialmente aportaba la educación. Toda una gran oportunidad de promoción para un outsider sirio que adoptó la identidad helénica (SWAIN 1996).
Luciano constituye uno de los grandes representantes del género ecfrástico, de la presentación literaria de la pintura o de la escultura; un fenómeno de particular complejidad mimética, pues la descripción comporta una doble mímesis: la imitación de una imitación, transpuesta a otro lenguaje. A ello se añade la fantasía, el "ir más allá de lo anecdótico para poner en valor el significado profundo de la imagen" (ZAGDOUN 2000), que a decir de Filóstrato hace al artista más inteligente que la mera imitación.