jueves, 10 de octubre de 2019

Una documentada anastilosis: el Tesoro de los Atenienses en Delfos


A partir de disjecta membra, sillares, framentos de molduras y otros elementos arquitectónicos desgajados y dispersos, pacientemente identificados y reunidos, el Tesoro de los Atenienses fue reelevado entre 1903 y 1906. La  anastilosis contó con los muy abundantes restos que las excavaciones arqueológicas francesas, bajo la supervisión de Th. Homolle, por entonces Director de la École Française d’ Athènes, sacaron a la luz entre 1888 y 1896, en el transcurso de la "gran excavación" del santuario. El año 1893 representó una fecha clave en el hallazgo y reconocimiento de los vestigios materiales del tesoro
De data bien controvertida, el pequeño monumento, que contó con un predecesor in situ, debió ofrendarse poco después de 490 a.C. por la ciudad de Atenas al santuario de Apolo en Delfos para conmemorar la victoria hoplítica de Maratón. Pero seguramente también para poner en valor en el santuario federal las recientes transformaciones políticas acontecidas en la Atenas clisténica, a las que pudiera aludir el ciclo de metopas historiadas.
 Se trata del ejemplo más antiguo de un tesoro dórico ejecutado totalmente en mármol, el único del santuario que utiliza exclusivamente mármol de Paros, isla medizante, lo que, más allá de las condiciones materiales de la fábrica, pudiera obedecer a un trasfondo político e ideológico. También de un edificio excepcional en su decoración plástica, al presentar todas las metopas del friso talladas en los cuatro lados del monumento, como luego habría de acontecer en el Partenón. Sin mostrar el lujo decorativo del tesoro jónico de Sifnos, que lo precedió en el recinto sagrado, representó sin duda un monumento de ostentación, destinado a exaltar en el santuario panhelénico los valores cívicos y triunfales de Atenas.

La reedificación obedeció a la iniciativa de la Escuela Francesa de Atenas, siendo el responsable de la reconstrucción el arquitecto  M. J. Replat, que contó con la colaboración y el asesoramiento de G. Colin,  A.Tournaire, Th. Homolle, E. Bourguet (quien había identificado el monumento, recogido y documentado por Pausanias) y también del controvertido ingeniero y restaurador griego M. N. Balanos. La ejecución del proyecto se realizó gracias a la generosa financiación del Ayuntamiento de Atenas.
        
              Realizada a partir del concienzudo análisis de la documentación arqueológica, la metodología prestó una particular y pormenorizada atención hacia todos y cada uno de los fragmentos que aparecieron. También se caracterizó por una particular atención hacia las peculiaridades que presentaban tanto la fábrica como el orden y el estilo. No se pretendió la recreación de un arquetipo, sino la restitución de un edificio individual, en toda su singularidad, caracterizado por una compleja síntesis de evolución y conservadurismo. La reconstrucción de comienzos del siglo XX no pretendió la reinvención el monumento, ni la creación de una réplica integral a partir de cánones estilísticos preestablecidos y de fórmulas cerradas. 

                    Es cierto que, como suele acontecer en toda anastilosis de cierto alcance, en la intervención hubo errores e incertidumbres. Las ausencias contribuyeron a ello; así los limitados restos recuperados de las antae y de las columnas del pórtico, en las que los fustes fueron reconstruidos y solo uno de los dos capiteles originarios se conserva, aparte de un fragmento mínimo del segundo. En las las proporciones del pórtico in antis  falló el cálculo de Tournaire y Replat y se acortó con respecto al original. La grada entre el estióbato y el euthinterion del lado Este, de mármol pentélico, es un elemento arbitrario, así como la curvatura del estilóbato; la actuación en los tímpanos y en el geison sobre el pórtico de acceso, tampoco resultaron muy acertadas. 

Algunas piezas desgajadas (que más tarde se fueron acrecentando), no se llegaron a incorporar ante la indeterminación sobre su emplazamiento en el monumento. El estudio monográfico del tesoro que realizó J. Audiat en 1933 (de particular interés para la documentación arquitectónica de la construcción) en un volumen de la renombradas Fouilles de Delphes, incluye un inventario razonado de los bloques dispersos descubiertos hasta entonces y hasta entonces desubicados, varios de los cuales ya eran conocidos en tiempos de la reconstrucción. Ante la incertidumbre, Replat actuó con buen criterio al no utilizar dicho material de modo puramente conjetural o como mera forma de relleno.
En conjunto se trata de una anastilosis que en modo alguno carece de rigor. En primer lugar, representa un levantamiento realizado a partir de restos originarios, abundantes y representativos del conjunto del monumento: baste con señalar que el material antiguo recuperado en los trabajos de excavación alcanzaba los dos tercios del total del edificio. Una proporción bien distinta a la que depararon los restos de la thólos del santuario de Atenea Pronaia en la terraza de Marmaria, cuya anastilosis parcial, llevada a cabo entre 1938 y 1941, obedeció a unos supuestos bien diversos.  

    Además, en el Tesoro de los Atenienses la continuidad lógica de las numerosas inscripciones sobre los bloques, facilitó en buena medida una correcta ubicación de los sillares en los paramentos. Representó pues una anastilosis en la que la supervivencia del material supuso un factor determinante y no solo desde el punto de vista cuantitativo.
 De otra parte, el levantamiento del tesoro permitía diferenciar el material constitutivo (mármol insular, de tonalidad blanquecina dorada, procedente de las canteras del valle de Khoridaki en Paros) de los añadidos contemporáneos (mármol pentélico en antae
columnas así como en la mencionada grada), junto con la piedra caliza de tonalidad grisácea, que completó muchos vacíos. 

El Tesoro de los Atenienses en curso de reedificación. Foto de AUDIAT (1933)

En los triglifos del friso (tan singulares), en el arquitrabe y en los fustes de las columnas se evidencian los nuevos materiales incorporados. De utilizarse en la restitución mármol de Paros contemporáneo, no hubiera sido posible percibir tales distinciones, lo que pondría en riesgo la autenticidad del monumento al confundirse el material del siglo V a.C. con el añadido. En la recomposición se mantuvo como principio la distinción de adiciones, un postulado de plena actualidad por aquellos años en el terreno de la restauración arqueológica.

Las metopas talladas emplazadas in situ, que crean paridades visuales entre las hazañas de Teseo y Heracles, son reproducciones obtenidas a partir de moldes: las piezas originales - de estilo tardo arcaico (no parecen ser anteriores al 490 a.C) -, se conservan en el Museo de Delfos, inaugurado en 1903.

         

Vista del entablamento y del frontón oriental del tesoro. Singulares loa triglifos, de doble acanaladura. Se conservan muy escasos restos de la decoración de los dos frontones. La restitución de los tímpanos, sin tener en cuenta la forma de sujeción de las esculturas, no fue muy acertada.
  
 Si bien no todos los bloques pertenecían al tesoro, los muros perimetrales conservan la mayor parte de los sillares originarios, dispuestos conforme a un aparejo isódomo que, respetando la apariencia primigenia, evita la monotonía de una excesiva regularidad de las hiladas (también las variaciones en su anchura); en cuanto a las grapas utilizadas en el ensamblaje horizontal de bloques, se optó por el hierro, que hoy se descartaría por completo. Ya en las primeras intervenciones posteriores en el monumento se actuó contra el nefasto efecto de corrosión que producía el material en el mármol.En cambio en las clavijas, que ajustan el aparejo en vertical, se empleó el plomo, utilizado como material de ensamblaje en el monumento originario.
  Aciertos y también algunos desaciertos. Al fin y al cabo, la intervención, que supuso la única reconstrucción integral (obviamente, exceptuando la cubierta) realizada en el santuario, debe ser evaluada en el contexto restaurador de su tiempo, cuando la restauración histórico-documental se va imponiendo a la estilística con un nuevo afán de rigor y de respeto a la autenticidad de los monumentos.

 Fotografía tomada pocos años después de la reconstrucción
.  Apariencia del monumento durante la Intervención de 2003
       
 Con mucha posterioridad, ya desde finales de la década de los setenta del pasado siglo y hasta 2004, se realizaron  actuaciones de preservación, así como restituciones y reposiciones correctivas. Intervenciones que supusieron desmontaje y remontaje parcial, con cierto grado de necesaria deconstrucción o, si se prefiere, de des-restauración. En en líneas generales, rectificaron algunos errores  y mejoraron el estado de conservación, sin por ello alterar el semblante que confirió al tesoro la temprana actuación.






Tesoro de los Atenienses.  Pórtico y muro Sur, de orientación visualmente privilegiada  Estado actual

BIBLIOGRAFÍA

REPLAT (1903-1906) (informe manuscrito, correspondencia, EfA)
BOURGUET (1914)
AUDIAT (1933)
ROUX (1984)
BANKEL (1990)
LARROCHE (1992)
BOMMELAER (1993, 2016)
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JAQUEMIN (1994)
AMANDRY (1998)
NEER (2004)
PATRIDA (2000)
VON DEN HOFF (2009)
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