sábado, 6 de abril de 2024

2. La estela de Dexileo. Texto y metatexto

 La estela de Dexileo. Texto y metatexto

        

Estela de Dexileo h. 394/393  a.C. Museo del Cerámico, Atenas. Foto F. Marín.


    Dotado de encuadre arquitectónico (antae y remate en frontón de acróteras) con cierto efecto de proyección plana de un naiskos, el cuerpo figurativo de la estela de Dexileo fue ejecutado en mármol pentélico, material de calidad muy superior al que se utilizó en resto del monumento, que como se ha señalado en la entrada anterior poseía un pleno sentido de cenotafio. El relieve enmarcado se acopla al plinto de perfil cóncavo - campo de escritura indisociable de la imagen - adaptado a la composición curvilínea de la estructura mural. Base de la estela a la vez que que pieza arquitectónica, el plinto se muestra como elemento monumental de transición entre la fábrica y la plástica. 

Este último conserva íntegramente la amplia inscripción dedicatoria, que en rigor y en un plano etimológico no era propiamente epitafio y si se utiliza el término es por extensión o mejor por sustitución: el epígrafe no se asociaba a una tumba o a un grupo de tumbas, del mismo modo que la estela en su conjunto no tuvo el sentido de epitimbios, de marcador sobre un enterramiento. Pero como ya se ha indicado, un cenotafio es un monumento funerario de suplencia, un equivalente: simbólicamente, reemplaza a la tumba.  

                Dispuesto en cuatro renglones y en ubicación estratégica, el contenido del epígrafe individualiza al tiempo que inscribe al difunto dentro de una amplia comunidad ciudadana (E. Meyer 1993). También deja impícita la ejemplaridad cívica de una temprana muerte en combate:
 
Δεξίλεως Λυσανίο Θορίκιος. ἐγένετο ἐπὶ Τεισάνδρο ἄρχοντος, ἀπέθανε ἐπ’ Εὐβολίδο, ἐγ Κορίνθωι τῶν πέντε ἱππέων. IG II² 6217 Att. c.394/3. 

“ Dexileos, hijo de Lysanias de Tórico. Nacido bajo el arcontado de Tenisandros (414/413), muerto bajo el arcontado de Euboulides (393/394) en Corinto entre los cinco caballeros”.

      En el texto no se apela al caminante (por aquel entonces ya no representaba una práctica tan habitual), del mismo modo que tampoco se presenta el monumento. En cambio, como es harto frecuente, se recogen las credenciales ciudadanas del difunto. La inscripción consigna el nombre del finado acompañado del patronímico; con ello la pertenencia familiar y el linaje. Un vínculo esencial de parentesco que establece la ascendencia junto con el rango social. 

                         Pero desde una óptica cívica, es más relevante la presencia del demótico. Originario del démo de Tórico, en el sureste del Ática, que pertenecía a la φυλή de Acamante, Lysanias habría participado de la vida pública en tanto que miembro de un démo y de una trittys, subdivisión territorial y proporcional del cuerpo militar y político (J. Loyd 2013). El demótico subraya en el padre la condición de ciudadano ateniense de pleno derecho junto a la adhesión familiar a los valores de la polis democrática (E. Meyer 1993). De otra parte, cabe observar que en la inscripción Lysanias figura en tanto que ascendiente del finado, no como dedicante del monumento.
    Por lo demás, el epígrafe omite cualquier expresión afectiva del mismo modo que tampoco recoge ninguna referencia personal al éthos, a la forma de ser o a las virtudes del joven. En cambio consigna el aspecto más relevante de lo que fue un breve bíos: el sacrificio del ciudadano soldado en defensa de la polis. La inscripción fija la data, pero también las circunstancias de la muerte de Dexileo (algo inhabitual en los epitafios), caído en combate entre un grupo de caballeros (quizás del mismo demo o de la misma tribu). Una muerte lejana, grupal y corporativa que seguramente tuvo lugar en el transcurso de una escaramuza en el cauce seco del río Nemea, cerca de Corinto. Como se ha señalado, en la polis no existe mayor mérito ni honor que el deceso en combate y en el epígrafe, el implícito elogio al difunto es público por excelencia, como pública es la exhibición del memorial, continente de la estela. En este aspecto, la escritura se erige en testimonio expresivo de lo que N. Arrington denomina compromiso privado con la muerte cívica (Arrington 2014).

     Mucho más extenso de lo habitual, en el epitafio también figura la fecha de nacimiento del finado, algo excepcional, sin paralelo en los epígrafes funerarios áticos. Con ello se publicita la temprana muerte de Dexileos, que por entonces se hallaba en el segundo y último año de instruccion militar como patrullero. Aún no había adquirido el pleno estatus ecuestre, si bien la inscripción como caballero lo designa. La edad indica que en el campo de batalla el joven soldado se integraría en un pequeño escuadrón encargado de misiones de apoyo, de vigilancia estratégica desde la retaguardia, potencialmente muy útiles como recuerda Jenofonte (X. Hipárquico 8.23-5). 
  
               Mas la singularidad de consignar la data concreta de nacimiento no solo determina el hecho de una muerte temprana, frecuentemente recogida en los epitafios pero sin precisar la edad. Muy probablemente posea también un particular significado político de otro alcance (Ober 2005) al que se hará refrencia más adelante. Cabe observar que cuando en los epitafios del siglo IV a.C. aparecen referencias a la edad, tienden a enfatizar la niñez o la venerable longevidad más que la juventud (Humphreys 1993). La determinación precisa de los años de Dexileo sobre el campo de lectura no representó una elección inmotivada: en el texto sucinto de un epígrafe todo está calculado y regulado, nada es accidental y obviamente cuanto comunica posee relevancia: como en un epigrama (entendido como inscripción literaria versificada), se trata de transferir el máximo significado utilizando el mínimo significante (E. Santin y L. Foschia 2016).

Con relación al texto, documento por excelencia de todo el cenotafio, la imagen no supone una información duplicada, la relación entre inscripción y campo figurativo carce de efecto especular, no procura la identidad, sino la complementariedad. La escena interpreta e ilustra el epígrafe, funciona a modo de expansión, de metatexto amplificador y enfático destinado a ennoblecer la memoria del difunto a través de la representación triunfal y heroizante de un combate singular. En lo figurativo radica incluso una cierta entonación épica. Un metatexto honorífico que se desvincula y trasciende por completo la privacidad, el "intimismo" o los lazos familiares. La imagen ubica al difunto en un ámbito victorioso genérico y se diría que atemporal, bien diferente al que caracteriza la inscripción, que ancla a Dexileo en tanto que individuo en el tiempo y en la actualidad de la polis en guerra.  

 El lenguaje de que se vale la figuración panegírica es de cuño aristocrático, el medio que había sido oficialmente adoptado sin conflicto por el régimen del démos y a su vez transferido a lo privado desde los monumentos públicos, tanto sagrados como funerarios. 

   Vestido con túnica corta (chitoniskos) y una movida clámyde de ejecución un tanto caligráfica (muy posfidíaca), el joven e imberbe jinete ocupa la mayor parte del campo visual, lo que resalta la superioridad y anuncia la inminente victoria frente al enemigo postrado (Kaempf-Dimitriadou 1986). La figura del caballero muestra la cabeza ligeramente ladeada  y vista de tres cuartos, con cabello corto y rostro genérico e inexpresivo. Se trata de una imagen arquetípica y nada tiene de eikón, de caracterización personal con propósito de similitud: no procura la imitación de una apariencia en particular. En realidad, lo que permite el reconocimiento individual de Dexileo no es la imagen, sino la inscripción a los pies del cuerpo de la estela. 

 La escena se despliega en la dirección usual: de izquierda a derecha. El jinete, que frena el impetuoso avance de la montura, se halla a punto de arrojar la lanza o jabalina, de material metálico y en su día añadida junto con otros elementos: la huella de la intervención del trépano indica que también la cabeza de Dexileo debió ir cubierta por un pétasos. Como el chitón corto y la propia clámide, formaba parte del atuendo de un joven y neófito caballero ateniense (J. Lloyd 2013). Del mismo material serían los accesorios del caballo o la espada del contrario. En bronce se ejecutaron pues elementos muy significativos de la escena, en particular las armas ofensivas: no se trataba de meros añadidos complementarios. El relieve carece de vestigios de color, pero cabe suponer la acostumbrada presencia de la policromía, que a su vez matiza la plástica y subrayaba valores (Ensoli 1987). 

No se aprecia un combate indeciso: la suerte del adversario está echada y el triunfo se percibe inminente. El blanco fácil de la acción es el contrincante ya abatido y aislado, sin ningún compañero que le asista, hacia quien el jinete en estrechísima proximidad dirige la mirada y el dardo. Se trata de un hoplita peloponesio portando escudo circular y con una clámide que envuelve su brazo izquierdo. El guerrero se presenta en esforzada posición de defensa, incapaz de mover el escudo y en vulnerabe desnudez. 

Dada la reminiscencia épica del combatiente desvalido, se trata de un desnudo agónico, ambiguamente heroico (incluso un tanto transgresor con relación a la iconografía tradicional) que magnifica la victoria del jinete (Hurwitt  2007). La desnudez masculina en el arte griego no obedecía a un revestimiento simbólico unificado, sino polivalente: conforme al contexto figurativo el desnudo puede funcionar como ideal somático, marcador heroico, signo agonal (T. Boddez 2017). Pero también ser copartícipe de distintas categorías atributivas, como bien lo expresan las estatuas de guerreros legendarios caídos, heridos de muerte, que se ubicaban en los ángulos extremos de los frontones del templo de Afaia en Egina. 

Pateado por el caballo (como la figura del propio Dexileo, la montura posee un indudable eco partenónico) y caído en tierra, dotado de intensa expresión corporal (la expresividad recae en el antagonista) el infante arquea el brazo izquierdo con gesto de protección y apoya sobre la pierna derecha doblada y vista en escorzo, cuya rodilla en bulto redondo rebasa el marco espacial. La izquierda se muestra en cambio ampliamente extendida: entre otras obras, y con significado inverso, la posición que adopta el infante se halla prefigurada en uno de los bloques de la Centauromaquia del friso templo de Apolo Epicurio en Basas, ejecutado un par de décadas antes que la estela.

         En el cuerpo del caído, particularmente vívido, destacan los pormenores anatómicos y el pulido de la superficie. Bajo unos arcos superciliares protuberantes, la mirada intensa y angustiada, que comunica desvalimiento, se eleva en dirección al jinete. Anuncia el páthos, la tensa expresión dramática inherente a buena parte de la escultura del siglo IV a. C., en la que abundan figuras desnudas que padecen y expresan ansiedad.

   La  composición  de la estela se resuelve en un juego de líneas oblicuas, versión de diagonales heroicas en contraste con las coordenadas del marco espacial, que con sentido ilusionista el relieve incluso desborda en algunos puntos.También se vale de la intersección de planos y particularmente de la contraposición: entre frente y perfil volumétrico, entre valores lineares y efectos pronunciadamente plásticos.


Estela de Dexileo. Detalle del hoplita caído, en pronunciada diagonal heroica.



Detalle de un bloque de la Centauromaquia del friso jónico interno. Templo de Apolo en Basas. Fines del siglo V a. C. Museo Británico, Londres.


En el plano iconográfico la estela se distancia abiertamente de los cánones por aquel entonces dominantes en este tipo de señalización funeraria y que obedecen a una redefinición de las virtudes sociales (Tsagalis 2008). Un repertorio un tanto formulario de escenas de despedida, privadas y familiares, a menudo duales o grupales y con miembros de distintas generaciones, escenas muy rara vez heróicas y frecuentemente sin una explícita distinción de la imagen del difunto (S. C. Humphreys 1993; Margariti 2016): en las estelas funerarias del siglo IV a.C. la conmemoración de los vivos acompaña de forma bien habitual a la conmemoración de los muertos (Bergemann 1997). En cambio el relieve de Dexileos (pronunciado altorrelieve, si bien con distintos niveles de talla) opta por la exaltación individual del finado más allá de los vínculos familiares de lealtad y cohesión de grupo. El joven se presenta no solo en tanto que modelo cívico, sino también como héroe de la aristocrática caballería ateniense, de forma que la imagen alegoriza y magnifica, trasciende el texto epigráfico. A modo de imitatio heroica, fenómeno tan extendido en nuestra sociedad mediática, Dexileo combate como pudieran hacerlo los Dioscuros, héroes por excelencia de la caballería ateniense.

Como ya se ha señalado, el desconocido escultor - las inscripciones funerarias de la época no consigan  autorías- se vale de un lenguaje derivativo, transferido desde el arte oficial de la polis. Cargada de autoridad cívica, esta doble y noble ascendencia, iconográfica y estilística, confería sin duda prestigio y sentido público al monumento heroico de Dexileo.

La red relacional de una imagen agónica
                                  
                El orden compositivo y figurativo del episodio no representa una novedad. Posee indudablemente historia propia, de modo especial dentro el repertorio de las amazonomaquias ecuestres. También en las centauromaquias: dada la naturaleza híbrida de estos seres imaginarios, salvajes y agrestes. A diferencia de las adiestradas amazonas, en el combate muestran una violencia en estado bruto. Nunca caracterizados como guerreros, obedecen a otro tipo de antagonismo. En ambos casos se trata de contiendas míticas bien presentes tanto en la pintura vascular como en la megalorafía y en la plástica atenienses, ya revalorizadas en la polis con sentido analógico durante el mandato de Cimón (D. Casiota 1992, F. Marín 2008). 

Pero en la transferencia formal de determinados episodios de estas escenas agónicas, dentro de una inversión de roles, muta profundamente el significado de los esquemas, de las fórmulas compositivas actualizadas en la estela. A menudo organizadas en secciones de combate singular, frecuentemente con el infante abatido por la guerrera a caballo (así acontecía en varias de las metopas de la fachada occidental del Partenón), las amazonomaquias ecuestres de la polis se reconocían como contienda mítica y ancestral entre jinetes bárbaras y ciudadanos de Atenas, del mismo modo que la centauromaquia se identificaba como resistencia ante seres bestiales, transgresores de valores conviviales y religiosos pilares de la civilización. 

Por el contrario, en la estela se consigna un combate singular entre griegos que la inscripción ancla en el presente, en la actualidad de la polis, en una Atenas de nuevo en conflicto bélico con Esparta: el cuerpo del caído viene a personificar la pleonexia, la insaciable y desmedida ambición de poder que ahora la ciudad atribuye a la hegemonía lacedemonia. Con ello, el campo figurativo también remite a una reprobación, a la sanción simbólica que tiene como transfondo una dicotomía, una contraposición de orden político (Hölscher 2003).


Estela de Dexileo. Foto Marie Mauzi/Art Resurce, Nueva York.

      El relieve crea un cierto efecto de metopa (así, las que integraron la Amazonomaquia  y la Centauromaquia partenónicas). Pero también de extracto o acotación parcial de un friso continuo, sea de combate mítico, como el que figuró en el tumultuoso friso interno del templo de Apolo Epicurio en Basas, o bien de historia heroizada, como la Maratonomaquia reproducida en el friso sur del templo de Atenea Nike de la Acrópolis, ambos relativamente próximos a la estela en el tiempo. 

Pero en particular deben destacarse como importante referente los relieves públicos de carácter funerario, que dentro de un fenómeno de transferencia y apropiación consensuada fueron proveedores de prototipos formales y modelos iconográficos para algunos monumentos de carácter privado (N. Arrington 2011, 2015).

 En varias piezas aparacen atestiguadas tanto la iconografía como la composición de la estela, que en este aspecto no representa en absoluto un unicum. Cuando se ejecutó el monumento dedicado al caballero, la fórmula ya circulaba entre los talleres de la ciudad, buena parte instalados en las proximidades del cementerio del Cerámico. Otra cuestón es la calidad de estilo alcanzada en el relieve por el anónimo Maestro de Dexileo a partir de un σχήμα preestablecido.


Relieve de basa triangular que sostenía una estela. Hallado en el sector de la Academina. El soporte iba decorado en cada uno de los tres lados con una escena de combate triunfal entre un caballero ateniense y un hoplita.  Tres piezas ejecutadas hacia 400- 390 a. C.  y seguramente correspondientes a un monumento privado. A escala menor (0,67 cms de altura) los tres paneles responden de forma bien explíticita al "esquema Dexileos", que casi con plena seguridad debió tener su origen en el arte funerario oficial (Goette 2009).  En la laja más análoga, el guerrero caído se muestra desnudo y portando escudo circular, si bien este último se percibibe en rotunda oblicuidad. Cabe observar cómo la cabeza del caballero va cubierta con el distintivo pétaso. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.



Fragmento de monumento funerario individual procedente de Phlya ( Chalandri. Atenas) ejecutado en mármol hacia 400 a. C. La inscripción conservada posee un carácter hipertriunfal. El episodio de combate ecuestre parcialmente conservado representa un 
precedente muy cercano de la estela de Dexileo. Altes Museum, Berlin.
             
   Al margen de escenas de combates míticos o de  lejanas contiendas mitificadas, en el ámbito estrictamente funerario la estela plantea explícitas relaciones de parentesco con  otros conocidos testimonios figurativos. El célebre y monumental "Relieve Albani" ejecurado en mármol y llevado a Roma ya en la Antigüedad (Villa Albani, Roma), sin duda funerario y seguramente conmemoración privada, fue realizado al menos con un cuarto de siglo de antelación. Pese a las múltiples diferencias con el de Dexileo - la dirección contraria en que se desarrolla la escena, de derecha a izquierda, la ambientación paisajística - tiene todo el valor de  una espléndida y refinada prefiguración, con un combate singular y victorioso entre griegos labrado en un estilo muy partenónico. 


Relieve Albani, h, 420 a.C. Villa Albani, Roma.

Pero sin duda  posee mayor relevancia contextual  cotejar la estela de Dexileo con testimonios de data más próxima e incluso estrictamente coetáneos. Es el caso del fragmento de relieve procedente de Chalandri (h. 400 a. C.), un evidente paralelo compositivo, iconográfico y funcional muy cercano en el tiempo, si bien de factura menos cuidada. Un particular interés comparativo posee el relieve incompleto del mencionado polyandreion de 394/393 a.C, consagrado a los caídos en Corinto y Beocia (en Nemea y Coronea). estrictamente contemporáneo a la estela de Dexileo. 

 Este último se inscribe en la secuencia de monumentos estatales del demosion séma que en sí mismos nada tienen de triunfales. Coronaba el cuerpo de una estela oficial  con la representación de una contienda colectiva, no solo ecuestre. Como el que ya aparece también en la estela de mármol pentélico descubierta durante las excavaciones del metropolitano ateniense, el "Relieve Palaiologou", datado hacia 420- 410 a.C(L. Parlama 2000). Posterior al Relieve Albani, culminaba una estela pública - bien conservada -  en esta ocasión dedicada a los caídos en combate de la caballería ateniense en varias batallas de la Guerra del Peloponeso. Como era habitual, la relación estrictamente nominal  de los muertos por la ciudad se recoge en el listado grabado sobre el cuerpo del monumento. La práctica de decorar estos señalizadores funerarios oficiales con escenas figurativas de combates indecisos, que ponen el acento en un ἀγών colectivo de resultado incierto, debe remitir al tiempo de la guerra arquidámica: con anterioridad, ya desde la época de las reformas de Clístenes, este tipo de estelas públicas se caracterizaban por el aniconismo y la extremada austeridad ( N. Harrington 2011).

                  En el Relieve Palaiologou, como en el incompleto del  polyandreion de 394/393 a. C. consagrado a los caídos en Corinto y Coronea, aparece también una escena de combate colectivo. Ocupa el centro un jinete ateniense con el caballo encabritado sobre el cuerpo de un hoplita caído, núcleo temático de la composición (L. Parlama 2000, H. Goette 2009). Un segundo infante portando escudo se aprosima con determinación, sea para capturar al enemigo abatido o pàra asistir a un compañero.   


Relieve de la estela Palaiologou (h.420 a.C.) hallada en el área de la Estación de Larisa, cerca del Hipios Kolonos, procede del démosion séma y reafirma el grado de  amplitud y dispersión del cementerio público. La composición figurativa aparece delimitada por dos listones. Reproduce una escena de combate colectivo entre jinetes e infantes en una carga de la caballería ateniense. Exalta no el triunfo sino el coraje, la andreia de los caballeros caídos en la acción común. El hoplita de la izquierda aparentemente acude en ayuda de un
 segundo infante ya caído a  los pies del caballo, afronta el ataque del jinete que ocupa la posición central. Mas no puede asegutarse que se trate de un guerrero peliponesio. Se muestra desnudo, portando escudo y clámide recogida. Como en el Relieve Albani - donde en cambio se representa un episodio de combate singular- , no falta una sumaria ambientación paisajística.


Relieve  incompleto de la estela del polyandreion de 394/393 a. C. procedente del demósion séma, Museo Arqueológico Nacional, Atenas. Con toda probabilidad correspondiente a la tumba colectiva que menciona Pausanias, dedicada a "todos los que cayeron junto a Corinto". Sobre el friso, el remate de este tipo de estelas oficiales debió ser mediante un anthémion. El combate guarda cierto parentesco compositivo con determinados grupos de guerreros en la Maratonomaquia del friso oriental del templo de Atenea Nike. Foto Gary Todd.

                En cambio el relieve privado de Dexileo, como con toda seguridad también lo fue el fragmentario de Chalandri, obedece a otra tipología. Al igual que  los mencionados paneles de la basa triangular hallada en el área de la Academia correspondientes a un monumento funerario, aísla las dos figuras de guerrero de cualquier otro combatiente y las muestra en la puesta en escena de una confrontación singular, donde el destino del contrincante se diría  indefectible: el triunfo no se presenta indeciso. 

             Para mayor la grandeza del difunto, la hazaña del caballero estiliza y heroiza el texto, conmemora más la proeza y el sacrificio individual que el acontecimiento bélico, entendido como conflicto colectivo. Excluye cualquier alusión a la muerte grupal, consigada en el epígrafe o en los relieves oficiales ya señalados. Como es habitual en las estelas privadas con campo figurativo, los vínculos entre epítafio y representación se inscriben en un ámbito de complementariedad donde coexisten convergencias y  divergencias.

                En lugar del ensimismamiento o la contención reflexiva que presenta la mayor parte de las estelas funerarias áticas de carácter privado y figurativo - donde el combate ecuestre se manifiesta excepcional -  el relieve de Dexileo es memoria de la areté ciudadana en plena acción, exalta las virtudes más destacadas, las virtudes en movimiento. El difunto se muestra en una confrontación valerosa, de intenso dinamismo, que anuncia el triunfo. Al coraje en el campo de batalla en defensa de Atenas habría de suceder la bella y excelente muerte (thánathos kalós), por demás prematura, cuyo kléos inmortal el monumento se encargaba de perpetuar y propagar.
thanatos kalos)thanatos kalos)thanatos kalos heroica y por demás prematura. Con ser dedicación privada, la escena encomia la valentía (andreía) en el campo de batalla y el sacrificio del ciudadano soldado (Loraux 2006), cuyo kléos, cuya fama y gloria inmortal el monumento proclama y pregona.
   
Excelencia heróica y conciliación

Cómo no recordar que entre las ofrendas vasculares del recinto se halló un enócoe de figuras rojas (Museum of Fine Arts, Boston) con la representación del grupo escultórico de los Tiranicidas (E. Vermeule 1970). La temática de la vasija refuerza un determinado sentido contextual. Los restos de Harmidio y Aristogitón se habían  sepultado en el demósion séma y muy cerca de la Academia, cuyo núcleo fundacional había sido un heroon. En cambio el célebre grupo escultórico se emplazó intramuros, en el ágora de la ciudad, donde los Tiranicidas fueron objeto de culto heroico.

 Convertidos sus protagonistas en paladines por excelencia de la democracia ateniense, el monumento ejecutado por Critias y Nesiotes fue objeto de renovada atención pública tras el breve pero sangriento dominio tiránico propiciado por Esparta que en 404/403 a.C. padeció la ciudad, un golpe de estado en gran medida respaldado por la caballería ateniense (V. Azoulay 2014, N. Fields 2014). Una vez restaurada la democracia, el olvido de esta complicidad con la tiranía no fue fácil para la mayor parte del colectivo ciudadano. Pero finalmente, transcurridos varios años, la comunidad consideró necesario dejar a un lado el descrédito y la hostilidad hacia el aristocratizante cuerpo de caballería.                

                    Demasiado joven para haber figurado entre los ἱππεῖς  que apoyaron casi corporativamente el gobierno oligárquico de los Treinta, acontecido diez años antes del temprano deceso (con plena intencionalidad, el epitafio así lo subraya mediante la inclusión de la fecha de nacimiento), el jinete Dexileos había muerto defendiendo los valores de la Atenas democrática, tal vez incluso con particular y ejemplar arrojo (N.Fields 2014). 

   Mediante el mensaje de excelencia en el combate, común a otros testimonios ya señalados, el grupo familiar también se distanciaba de un pasado aún reciente de ignominiosa complicidad de la caballería ateniense, Un dramático episodio por entonces ya era juzgado como paréntesis turbulento de la democracia, digno del mayor olvido. Frente a la profunda división que provocó el breve régimen tiránico, y la subsecuente reacción de hostilidad y sanción hacia la caballería, el monumento exhorta a la concordia ciudadana (homónoia) en un régimen que da cabida tanto a lo propio (idion) como a lo común (koinon) (J. Rancière 1994), realidades que en la polis democrática no conviven sin tensiones, sin disensiones internas. 

El monumento de Dexileo evidencia el sacrificio del caballero al servicio a la comunidad. Posee un profundo sentido reconciliador y legitimador. En él se afirman, se reivindican los valores militares y cívicos de esta selecta fuerza de combate (como escenifica con escarnio Aristófanes, cuestionada entre el démos por arrogante y desleal, incluso denostada como ineficaz), en tanto que cuerpo digno de plena rehabilitación, de recobrar espacio y reconocimiento propios en el seno de la ciudad democrática.













1. El monumento funerario de Dexileo. Los límites fluctuantes entre lo público y lo privado

 

     
Propuesta reconstructiva de alzado del heroon de Dexileo. A. Brückner (1909). 

    Entre las destacadas piezas que alberga el Museo del Cerámico de Atenas – museo de sitio del mayor interés –  la  muy célebre estela de Dexileo (h. 394/393 a.C.) ubicada en la amplia órbita de estilo ático posfidíaco, posee una particular relevancia. Ha suscitado una atención extraordinaria y no solo desde el plano arqueológico, epigráfico o histórico artístico. Analizar la pieza supone adentrarse en todo un espectro de interpretaciones provenientes de distintos ámbitos y no siempre convergentes. 

Bajo una óptica estrictamente artística, su valor radica en la maestría, en la calidad del trabajo, obra de un gran artífice desconocido (el convencionalmente denominado "Maestro de Dexileo"). Pero la estela también suscita una peculiar tensión entre representatividad y singularidad que va más alla de la evaluación de estilo.
  
  Se trata de la que fuera pieza clave de uno de los monumentos privados más prominentes de la gran necrópolis, afortunadamente bien conservado y ampliamente documentado. Mas bajo el prisma de la historia colectiva y de las mentalidades sociales, crea también vínculos muy particulares con lo público, con el acontecer de la polis democrática y con las transformaciones que acontecieron en el seno del cuerpo ciudadano ateniense durante el cambio de siglo. Dados los diversos campos de información e interpretación implicados (en las últimas décadas, también la antropología social) y los distintos sentidos asociados que suscita el monumento en su conjunto, la síntesis se aborda desde una aproximación integrada, transdisciplinar, con particular atención hacia las redes relacionales y a los intersticios entre las distintas disciplinas. 

Honores oficiales a los caídos por la polis
 El ἱππεύςel caballero a quien se dedica la estela, cayó en combate a los diecinueve o veinte años en 394 a. C., a comienzos  de la larga Guerra de Corinto. Su muerte fue conmemorada junto con la de otros jinetes en un monumeto colectivo (polyandreion) del demósion séma, el gran cementerio público de la ciudad que, ubicado en el Cerámico oriental se inmantaba hacia el norte de la gran necrópolis a lo largo del dromos que desde el Dypilon conducía a la Academia. A modo de necrópolis dentro de la necrópolis, el espacio oficial de enterramientos se caracterizó por su amplitud y extensión, hoy se sabe que con cierto grado de dispersión de los monumentos funerarios

De esta dedicación de estatus ecuestre (probable cenotafio), que no puede afirmarse realizada a expensas del estado, se conserva un anthemion de coronamiento y en la inscripción del  epistilo aparece el nombre de Dexileo en un listado de once caballeros "caídos en Corinto": en el demósion séma no todas las dedicaciones tuvieron un sentido igualitario, allí figuraron también algunos reconocimientos de distinción grupal e incluso individual (R. Stupperich 1994).

En la Atenas de época clásica se mantenía la supremacía de la infantería hoplítica,  no solo abrumadoramente cuantitativa: en el campo de batalla el soldado de a pie es el guerrero por excelencia y el jinete actúa como auxiliar y su participación es menos arriesgada. Sin embargo en el demósion séma, se consigna una tendencia a reservar honores especiales (honores públicos de rango) a determinados miembros o grupos de la caballería (Loraux 1981). Representa un modo de reafirmar el papel y el valor de este restringido cuerpo militar de rango en el contexto de la polis (P. Low 2002). O en el caso de los jinetes caídos en Corinto, de contribuir a restablecerlo, procurando contrarrestar el juicio público desfavorable hacia una milicia aristocratizante y minoritaria, con códigos de distinción muy propios. Por demás, el cuerpo de caballería lastraba por entonces un pasado aún reciente de deslealtad con la polis democrática.


Antemion de palmentas, lotos y rosetas con inscripción en la estrecha banda corespondiente a un monumento funerario ecuestre. 
Museo Arqueológico Nacional, Atenas

                           Pero Dexileo también fue conmemorado en el mismo demósion séma junto con los restos de todos los soldados atenieneses muertos en la contienda durante aquel año (en tiempo de guerra) y sin diferencia de rango. 

 Incinerados en el campo de batalla y trasladados a Atenas, los despojos de los caído recibieron los correspondientes honores fúnebres, de carácter oficial e indiferenciado. En las ceremonias comunitarias de despedida poseyó particular relevancia el epitáphios lógos, bien conocido a través de las fuentes literarias. Dedicado a los muertos por la patria, relegaba por completo la abnegación individual en beneficio de los valores identitarios de la comunidad democrática. El discurso público a pie de tumba hablaba en favor de la unidad, de las raíces y la historia, del presente y el devenir colectivo de la polis (Loraux 1982, Derderian 2001). Procuraba reforzar la resiliencia colectiva ante las derrotas, animando a la prosecución del combate (Arrington 2011, 2014 ): precisamente en 394 a. C. los espartanos obtuvieron una doble victoria, en Nemea y Coronea. Estos enterramientos oficiales y sus correspondientes señalizaciones no conmemoran en absoluto victorias de la polis. Eran testimonio de desventura, de dolorosos reversos que debían ser superados por la colectividad.  En el ásty, los triunfos militares del estado no se rememoran en las necrópolis.

Elogiar la ciudad suponía el mayor encomio a los muertos en la contienda, a los andres agathoi caídos en su defensa. Siguiendo la tradición, considerada ley ancestral, como memoria a los caídos sobre la tumba colectiva se erigía una estela  monumental con un listado de las bajas estrictamente nominal, sin patronímicos ni demóticos y organizado por tribus, conforme a un criterio taxonómico que la ciudad abandonaría precisamente durante la Guerra de Corinto. 

     Transferidos a la tierra de origen desde el campo de batalla, en la Atenas clásica los restos incinerados de los caídos en combate (restos que no eran cuerpos) (Lorraux 1982) fueron objeto de  apropiación oficial y de instrumentalización, de riguroso control público y de un uso cívico y ritual por parte de la ciudad en guerra (R. M. Bérard 2017): se consideraban insigne propiedad del estado. Muertos por la patria, a cuya propia gloria remitían, sus despojos no se entregaban a los allegados. 

Memorial y equiparación heroica
       
 La familia de estatus del demo de Tóricos a la que pertenecía Dexileo consideró que la doble distinción funeraria hacia el joven podría favorecer al grupo en términos de prestigio, de autorrepresentación pública mediante el reclamo suplementario de la memoria privada. Tras la inhumación oficial, decidió adquirir una parcela en la necrópolis del Cerámico (destinada a tumba familiar) y encargar una prominente construcción en homenaje al joven caballero. Obviamente, de por sí la elección del lugar poseyó relevancia: el Cerámico era con mucho la mayor y más prestigiosa necrópolis de todo el Ática y ejercía una suerte de atracción centrípetra. Lo que tampoco restó relieve a determinadas necrópolis de la chóra, baste con recordar los períbolos de la denominada Via Sagrada de Ramnonte. Los monumentos erigidos en el epicentro funerario de la polis por familias oriundas de los demoi periféricos (el monumento de Dexileo no se ubicó en una necrópolis demótica), indicaban cierto grado de notabilidad (o de aspiración a la notabilidad) y sin duda de riqueza.

No decretada por la polis, la construcción privada se emplazó como una cuña en un ángulo aterrazado del sector occidental del cementerio, adyacente al inicio del camino de las tumbas familiares, la Gräberstrasse, cuya denominación originaria se desconoce y que se dirigía hacia El Pireo. Se trataba de un lugar de particular y calculada visibilidad dentro del paisaje funerario de la zona: la dedicación conmemorativa procuraba focalizar la atención, debía ser perceptible por cuantos transitaban por la necrópolis o la frecuentaban, tanto desde la distancia como en su proximidad. Esta última propiciaba una contemplación más participativa e implicada. De otra parte, dentro del proceso de observación, la agrupación de monumentos funeraríos en este sector,  dispuestos a ambos lados de la avenida, permitía al observador el paragón y la evaluación entre distintas entidades funerarias competitivas. 

Desde la óptica del estatus y las mentalidades sociales, en el transcurso el siglo IV a.C. y en el ámbito funerario privado el verdadero prestigio pugna y se mide entre iguales, pero se diría que independientemente del origen, la alcurnia y el grado de arraigo en la polis. Los encargos remiten al requerimiento y a las expectativas del πλοῦτος, del acaudalado, es decir del sector acomodado de ciudadanos y cohabitantes: en la polis del siglo IV a. C. la población de extrajeros de diverso rango social y cívico fue elevada, particularmente concentrada en Atenas y El Pireo. Entre ellos, cabe destacar el distinguido estatus del institucionalizado próxenos, el "amigo público" de la ciudad, mediador en beneficio de la misma en tanto que facilitaba y contribuía a  dinamizar las trasacciones comerciales (P. Creanza 2024). Al igual que los polites de rango, los extranjeros pudientes competían por ascender en la escala de honores cívicos (E. Meyer 2013). 
                           
    No necesariamente  aristocrática, la élite económica se apropia de la filotimía, en otro tiempo prerrogativa exclusiva de los ἄριστοι. Anhelaba acrecentar la τιμή, la estima y el reconocimiento (personal y familiar), preferentemente en la esfera pública pero también en la privada, dos ámbitos estrechamente interrelacionados.                               .                      

          Asi pues, en discordancia con el ideal igualitario de la polis democrática, los monumentos funerarios de nivel social constituían ostentosas marcas de opulencia y rivalidad entre particulares ricos, entre notables (Marchiandi 2011), muchos de ellos miembros de la "clase litúrgica" a la que la polis exigía importantes prestaciones, tanto civiles como militares. Ante todo expresiones de estatus, los costosos recintos poblados de refinadas señalizaciones se presentan como tumbas familiares autónomas pero agrupadas, a menudo alineadas o bien organizadas en núcleos. Formaban en las necrópolis  grupos aparte, estructuras articuladas abiertamente distinguibles de los enterramientos más comunes. 

         Dexileo no representa en el Cerámico el único ejemplo de duplicidad de dedicaciones funerarias (en el caso del joven caballero, una triplicidad), lo que suponía una doble distinción para el difunto: la pública y colectiva, que no otorga especial relevancia a la muerte en singular, y la dedicación privada, consagrada al finado en tanto que individuo pero que a su vez proyecta un intenso valor cívico y familiar; el monumento funerario era lugar de encuentro e intersección entre oikos -  en su acepción de grupo parental - y pólis, entendida como comunidad civica, un concepto mucho más inclusivo que el de comunidad estrictamente ciudadana. Con relación a la ciudad griega, la presuposicón de estrictos lindes entre lo público y lo privado representa una errónea proyección retrospectiva del mundo contemporáneo.

                        Clave visual y zénit, la célebre estela culminaba el monumento honorífico del denominado "recinto de los de Tórico", que no era el lugar del τάφος, de la tumba de Dexileo: como se ha señalado, sus restos (huesos y cenizas), habían sido previamene inhumados de forma colectiva en el cercano demósion séma. En rigor, ni la constucción abarcaba una tumba ni la estela señalizaba un enterramiento. Otra cuestión es cómo se percibíría el monumento en tanto que sepultura simbólica, como estructura funeraria de sustitución ( G. Biard 2017, L. Faveau 2021).
  
                       En origen cenotafio individual, donde la ausencia de los restos mortales sugiere una presencia puramente alusiva, la entidad en su conjunto se erigió con particular significado de μνημεῖον, como lugar de homenaje póstumo.Tambien con connotaciones σῆμα, signo señalizador de superficie mediante el cual en la necrópolis se reconocía la presencia de una o varias tumbas, incluyendo las simbólicas (Andronikos 1961-1962, Stroszeck 2013). El monumento reprentaba un ámbito de la memoria destinado a la conmemoración personal y duradera de Dexileo heroizado, con caracteres afines a los de un ἡρῷον, si bien desprovisto por completo de una etiología mítica y sagrada. Pero el héroe legendario también es mortal, incluso es la propia muerte lo que le otorga el rango sobrehumano de héroe, objeto de culto (M. Himmelmann 2009). Aunque la adscripción heroica no se contemple de forma explícita, determinados testimonios funerarios en diverso soporte se orientan hacia contextos de heroización, hacia un potencial heróico. Así, el heroismo metafórico o alusivo que se confiere al guerrero finado en tantas piezas de cerámica ápula a partir de mediados del siglo IV a.C. 

 La muerte gloriosa (eukleês thanatos) que ensalza el monumento y en particular la figuración de la estela, presentan al difunto como alter ego heroico y el μνημεῖον podría interpretarse en términos de cierta equiparación con un σηκός. Es decir, con un recinto sagrado y cultual propiamente heróico y de sustrato funerario que por lo general se ubicaba en los santuarios y que no remite a una determinada tipología arquitectónica. De todos modos, tampoco es fácil establecer una distinción precisa entre heroización pública y heroización privada, esta última bien frecuente durante el Helenismo (J. Fabricius 2010), 
 

Monumento de Dexileo en el Cementerio del Cerámico con el ángulo NE en  primer término. Punto de vista preferente para la contemplación del monumento en su conjunto. El relieve que puede verse in situ es una reproducción del original, conservado en el Museo.       

Monumento de Dexileo y avenida funeraria de períbolos privados, emplazados en el lado meridional de la Vía de las Tumbas. La estela del jinete ni se ubica sobre el frente-fachada que daba al camino ni se orienta en esa dirección. Foto F. Marín.

    Dentro el gran cementerio ateniense y con relación al resto de recintos de distinción social,  en su conjunto el monumento de Dexileo se singulariza de forma llamativa y en cierto modo representa un unicum: tuvo un origen propio de cenotafio (sepultura simbólica) y connotaciones de heroon, fue precursor en el sector donde se ubica y posee una singular autonomía espacial. Por demás, también tiende lazos con algunas construcciones públicas de carácter religioso y honorífico ajenas a la esfera funeraria (Ensoli 1987). 

 Estructura, historia y percepción del monumento

     Bajo la óptica arquitectónica, el memorial de Dexileo ante todo se caracteriza por la esmerada planificación de conjunto (se diría obra de un único maestro) y por un estudiado cálculo de la puesta en escena de la estela, cuyo efecto visual habría de distinguirlo como monumento singular y diferenciado.

Propuesta reconstructiva de la planta del monumento de Dexileo (recogida en E. Ensoli 1987).

   De planta cuneiforme y cerrada, la construcción- que no ocupa toda la parcela - se asienta sobre los muros de aterrazamiento que adaptados a la topografía de la colina no poseen idéntica relevancia visual. El paramento de mayor realce es el del lado norte, el que mira hacia el camino de tumbas; a él se añade el  vigoroso refuerzo del lado oriental. Sobre los muros de contención de conglomerado y aparejo regular que apuntalan y acotan el monumento, se dispone un esteréobato en piedra calcárea, seguramente de El Pireo, una plataforma en la que se inscribe y apoya la singular superestructura en forma de muro curvado y ejecutada en el mismo material que cierra al suroeste el contorno del monumento. Se trata de un parapeto al aire libre en cuarto de circunferencia, no en semicírculo. De hiladas regulares y sillares cuidadosamente escuadrados, el muro arqueado termina en sendas antae rectas y el cuerpo de la estela, de mármol pentélico, se mostraba encastrado en el centro de la hilada superior. El modo de acceso al interior del recinto permanece incierto. El efecto de conjunto del elevado memorial era de un cierto aislamiento e incluso de inaccesibilidad.

   Más tarde allí fueron sepultados varios miembros del génos, con lo cual el heroon adquirió el carácter de tumba colectiva, a modo de proyección del oikos, como lugar donde la familia cohabitaba tras la muerte (A. M. Aka 2021). Pero el monumento remite a una historia familiar relativamente breve, a una microhistoria que tan solo alcanza tres generaciones y comprende escasos enterramientos. En estos recintos funerarios el periodo de uso, el grado de multi-generacionalidad así como la relación de parentesco entre los sepultados, se muestran muy variables (W.Closterman 2007). 
               
                       En una fase subsecuente, el recinto de Dexileo, llegó pues a conformarse como períbolo, recinto de inhumación que contiene varias tumbas y señalizaciones familiares. De modo que, sin alterar la estructura monumental  preexistente -  aunque sí su apariencia, dados los sémata añadidos - ni olvidar las originarias connotaciones heroicas, adoptó los caracteres funcionales propios de una unidad arqueológica distintiva, muy extendida en el Ática durante el periodo clásico y hasta fines del siglo IV a. C., tanto en el ásty como en la chóra (Gardland 1982, Marchiandi 2011): el períbolo, expresión de una nueva mentalidad funeraria que contribuyó a transformar de modo bien llamativo el paisaje de las necrópolis áticas.  
  
 Con posterioridad, aparte del añadido de las dos esculturas de bulto redondo sobre las sencillas antas simétricas (estatuas de sirenas musicales, familiares en las necrópolis griegas), en el interior del recinto se excavó una fosa funeraria rectangular (invisible desde el exterior) y sobre el estereóbato se dispusieron  dos estelas de distinta tipología, estas en cambio alineadas con el camino, en la fachada  propiamente frontal del ya períbolo, testimonio de que el monumento se utilizó como panteón de una familia de rango. Esta transformación fue clave en la historia y en la percepción del recinto. Una vez que el mnemeion de Dexileo modifica su función y se transforma propiamente en períbolo, las señalizaciones funerarias se suceden y con ello recomponen períodicamente el lugar, con los correspondientes desplazamientos de significado pero en esta ocasión sin necesidad de pronunciadas alteraciones ni acentuadas ampliaciones.


Estatua de sirena tañendo la lira realizada en mármol pentélico e incorporada al monumento funerario de Dexileo con posterioridad  (h. 370 a. C.) Museo Arqueológico Nacional. Atenas.

Las dos estelas incorporadas, de cuerpo alto y liso, sin campo de imagen, con dos rosetas simétricas, piezas de distinta altura y coronamiento (anthemion y pequeño frontón), obedecen a una tipología muy extendida. La instalación nada tiene de arbitraria: el emplazamiento de las nuevas señalizaciones, junto al muro norte y volcadas hacia el camino (en la cara norte se consignaban las inscripciones, que no se orientan hacia la fosa funeraria), tiende a regularizar, a normalizar la percepción del recinto en términos de tumba colectiva. Pero ni son intrusivas con relación al monumento originario (periféricas con respecto al mismo) ni se muestran estrictamente alineadas: eluden obstaculizar la contemplación de la estela de Dexileo. Soportes de escritura, se erigieron muy pocas décadas después de la muerte del caballero como sémata del lugar de enterramiento de sus hermanos Lysias (en realidad el titular del monumento) y Melitta (única presencia femenina en el recinto) junto con el esposo de esta última, Nausistrato. Representan testimonios de la continuidad del oikos pero también de la atracción funeraria de uso que ejerció el heroon (y no solo la estela) sobre el núcleo familiar, del que sin embargo, como acontece en tantos otros períbolos, no todos los miembros fueron conmemorados (así, el cuarto hermano, Lysístrato). Allí recibió sepultura también el cabeza de familia: la tumba de Lysanias se ubicó en posición periférica y aparentemente sin un destacado séma vertical.Tal vez las estatuas simétricas de arpías no tuvieron un carácter puramente accesorio: pudieron haber conmemorado este último enterramiento. En la tumba colectiva se suma la presencia de algún descendiente de Lysias, perteneciente por tanto a la tercera generación. Tal vez el oikos sufrió finalmente la tan temida extinción.

             Unas décadas después de su muerte y contemplado desde el camino, el recinto de Dexileo se reconocía claramente lugar de enterramiento colectivo. Pero sin por ello eclipsar la primacía de la estela fundacional e intensamente honorífica del guerrero. Percibida a modo de prestigioso fondo del períbolo, representaba el testimonio perpetuo de una memoria pública ejemplar bien favorable para el génos: no cabe duda de que el memorial de Dexileo supuso un gran capital funerario para del grupo familiar de TóricoEn cambio un relevante efecto visual de este punto de vista, desde el arranque de la avenida, era la casi ocultación del heroon en términos arquitectónicos.
               

Vista del monumento de Dexileo; lado norte, alineado con la avenida funeraria (una ramificación del Hiera Odos) y con otros ostentosos períbolos, en cuya fachada monumental se disponían en posición frontal y paratáctica sémata de diversa tipología volcados hacia el camino y que tienen como propósito una auténtica puesta en escena familiar (A. M. Aka 2021). Pero como bien puede observarse, desde esta perspectiva la estela figurativa crea un  efecto singular de separación: alejada del frente de la parcela, que alcanza poco más de 8 m., se percibe como fondo del recinto, por entonces ya períbolo. En cambio el emplazamiento de las nuevas señalizaciones volcadas hacia el camino (no hacia el área de enterramiento) tiende a regularizar la percepción del recinto en términos de tumba colectiva.  
Al oeste puede apreciarse el monumento adyacente de los Heracleos, períbolo posterior (mediados del siglo IV a.C.) y más canónico que el de los de Tórico en tanto que pedestal de señalizaciones. Con pluralidad de sématas muy próximos al muro, se destinó a  ostentoso sepulcro familiar de dos privilegiados hermanos metecos, en esta ocasión residentes extranjeros en el exilio que procedían de Heraclea del Ponto Euxino y no parece que tuvieran descendencia. Las inscripciones de las tumbas de los foráneos indican siempre la polis origen; con ello, su condición de cohabitantes, de no ciudadanos. Foto de la colección personal de  Kevin T. Glowacki and Nancy L. Klein. 
URL: http://www/stoa.org/athens
 
                    
 
Vista del monumento funerario desde el lado norte.
        Porque del conjunto del recinto, y pese a las sucesivas intervenciones que entrañaron un desplazamiento de sentido esencialmente funcional, siempre sobresalió la estela en relieve del joven caballero, de campo figurativo casi cuadrado y cuidadosamente labrada, que venía a coronar y a jerarquizar el todo. Portadora de un prestigioso valor fundacional, fue incluso determinante de la propias singularidades  morfológicas del monumento, destinado a la puesta en valor la memoria del jinete y con ello a rentabilizarla. Encastrada en el centro de la hilada superior del muro cóncavo, límite del monumento, alcanzaba mayor elevación que el resto, si bien se hallaba en menor proximidad al caminante que transitaba por la avenida, desde donde la estela se presentaba como fondo, con calculado efecto de punto focal.

El cenotafio de Dexileo, probablemente el monumento más antiguo del sector donde se ubica, no se vuelca hacia la avenida funeraria y en emplazamiento y movimiento figurativo la estela aparece oblicuamente orientada hacia el NE, hacia el demósion séma (Knigge 1990), donde se hallaban sepultados los restos del joven. También las tumbas de Clístenes y de los Tiranicidas y el cenotafio de Maratón. De modo que la mejor percepción  del μνημεῖον  no era desde el arranque del camino - la Vía Occidental de la necrópolis -, sino la lateral y angular. La contemplación desde el ángulo NE, centro radial del arco arquitectónico, favorecía la apreciación frontal y centralizada del memorial en toda su estructura y composición (Ensoli 1987). Contemplado en la distancia, ya desde el inicio de la ramificación del Hiera Odos, el monumento representaba todo un reclamo a la aproximación: el acercamiento desde esta perspectiva y pese a la barrera mural, facilitaba el acceso a la lectura y comprensión del epígrafe, el reconocimiento del carácter individual de la dedicación, pues el plinto, soporte de la inscripción, se emplazaba a 3,75 metros del ángulo sureste y a algo menos del muro sur. Dada la corta distancia a los paramentos perimetrales, el emplazamiento de la estela figurativa, que alcanza una altura total de 1,75 m, facilitaba una observacción mucho más cercana y detallada de la que posibilitan los relieves integrados de la gran arquitectura sagrada.