martes, 13 de agosto de 2019

Plutarco, el Odeón de Pericles y el odeón canónico


       A diferencia de théatron (θέατρον), término tan estrechamente unido a lo visible, al sentido de la vista, odeón (Ωδείον remite en cambio a aquello que se escucha. Se trata de una sala esencialmente acústica, destinada tanto a certámenes y actuaciones musicales, en particular al canto (ωδή) y a los recitales poéticos instrumentados, acompañados del sonido del aulós o la citara. Por definición, el odeón constituye un auditoro cubierto, lo que los romanos habrían de designar como teatrum tectum. Teatro y odeón representan construcciones análogas, destinadas al mundo de la actuación y la interpretación, a lo que hoy denominamos artes del espectáculo.      
         
   
Teatro de Dioniso y Odeón en tiempos de Pericles
                 
Situado en la pendiente SE de la Acrópolis, al este del santuario de Dionisos Eleutheros, a poca distancia del Perípatos y dominando la Vía de los Trípodes, el imponente Odeón de Pericles, de planta casi cuadrada, se emplazaba contiguo al teatro. A partir de la reforma y ampliación que experimentó este último en tiempos de Lycurgo, incluso uno de los ángulos del odeón, el NO, aparecía incrustado en el teatro, a la altura del sector medio de las gradas del koilon.


  Teatro de Dioniso y Odeón tras la intervención de Lycurgo (h. 330 a.C.)

     Dispuesto en un espacio aterrazado, reforzado por muros de contención en la ladera de la Acrópolis, en estrecha relación visual con el santuario de Dioniso y la vía de los Trípodes, la apariencia del edificio, que en dimensiones casi duplicaba al Partenón, debió ser imponente. Se trataba de una construcción que, en originalidad y escala, obedecía sin duda al sentido ambivalente  del término ὑπερήφανος (abrumador,soberbio),con que Plutarco califica el conjunto de las empresas monumentales, a su decir  promovidas personalmente por el estratego, de quien proyecta una imagen de princeps, erigido en el primero y más ilustre de los ciudadanos                   
    En el bíos de Pericles, a propósito del extenso y prestigioso programa monumental llevado a cabo en el Ática durante del mandato del dirigente, Plutarco presta una particular atención descriptiva e interpretativa al enigmático Odeón ateniense. Dentro  de la sección biográfica consagrada a los perikléus érga, tras comentar los Muros largos y en particular el Muro Central (445/43 a.C.), que unía directamente la ciudad con el Pireo y que Plutarco atribuye al arquitecto Calícrates, el biógrafo se ocupa del Odeón ateniense (Per. 13.9-11), cuya autoría -a diferencia del resto de las grandes empresas pericleas-, no menciona. 

     Se trataría de la primera sala de conciertos erigida en la ciudad, y durante varios siglos la única en toda Grecia. Siguiendo la tradición ya consignada en Vitruvio (Vtr. 5.9), que asocia el edificio a los expolios de la Médica, Plutarco recoge una noticia que relaciona el monumento con el botín de la guerra de Jerjes: se decía (légousi) que el odeón imitaba la tienda del Gran Rey. Obviamente se refiere a la célebre tienda que Jerjes cedió a su lugarteniente Mardonio y que fue capturada en la batalla de Platea (479 a. C.). Más tarde Pausanias también se refiere a esta tradición mimética y "orientalizante" ligada al monumento, si bien el Periegeta no lo denomina Odeón ni lo relaciona con Pericles (Paus.1.20.4).

      Como previamente al comentar la intervención periclea en el Telesterion de Eleusis, Plutarco presta particular atención hacia los aspectos compositivos y formales  del odeón y aporta la única descripción conocida del edificio. Se trataba de un monumento políedron - término que suele traducirse como "de muchos asientos", aunque que tal vez haya que interpretar como estructura poliédrica, una forma geométrica trazada por varios planos- y polústulon, con muchas columnas. Con anterioridad a Plutarco, la proliferación de soportes del monumento había llamado la atención de Teofrasto, que percibe la sala como edificio hipóstilo por excelencia, cuyo elevado número de columnas era incluso difícil de calcular. El biógrafo también anota la peculiaridad de la cubierta, cuyas vertientes inclinadas (periklinés) se generaban a partir de un único vértice. De otra parte, nada dice sobre los muros perimetrales del monumento y, a diferencia del pasaje dedicado a la gran sala iniciática de Eleusis, no indica la existencia de linterna u opaion en la cubierta.

     El Odeón de Pericles. Reconstrucción hipotética


  El odeón que Plutarco conoció no era el monumento originario. El edificio de Pericles, en el que debió dominar la madera como material constructivo, fue pasto de las llamas durante el asedio de Sila del 86 a.C.  El  cerco al que el general romano sometió la Acrópolis en 86 a.C. provocó el incendio del Odeón por iniciativa del tirano ateniense Aristión, ante el temor a que Sila se apoderara de la madera para construir arrietes y otras armas de asedio. Unas décadas después, en torno al 60 a.C., en un gesto de magnanimidad, el monumento fue reconstruido por el monarca helenístico Ariobarzanes II Philopator de Capadocia, probablemente conforme a las pautas de la fábrica originaria. Pero se desconoce hasta qué punto el nuevo monumento incorporó cambios de estructura y materiales.















 Sector SE de la ladera Acrópolis de Atenas

Gracias a las sucesivas campañas arqueológicas llevadas a cabo por especialistas griegos en el transcurso del pasado siglo y en lo que va del presente (en la actualidad el yacimiento se halla en nueva fase de intervención), existen algunas evidencias sobre el monumento. Se trataba de un edificio majestuoso, concebido al igual que el Telesterion de Eleusis, reformado por Ictino, como una gran sala columnada de proporciones cuadráticas, aunque superándolo en tamaño. De modo que el monumento se inscribe con toda seguridad en la amplia relación de υπόστυλες αίθουσες  y laberintos de columnas de la arquitectura griega, presentes ya desde el Arcaísmo.

Lo conservado y puesto a la luz, aún de carácter bien fragmentario, debe corresponder sustancialmente a la fase de reconstrucción. La puerta principal del edificio se hallaba en la fachada meridional, contando también con accesos laterales. La presencia de algunos restos de ortostatos ejecutados en mármol del Himeto resulta de interés, dado el extensivo empleo de este material local en los monumentos atenienses a partir del siglo IV a. C. Junto a la piedra poros, también se consigna el empleo del mármol pentélico, si bien tampoco se puede asegurar su empleo en la fase periclea del Odeón. Algunas secciones murales conservan restos de pintura sobre estuco, de estilo tardo helenístico.

Travlos calculaba que el Odeón debió tener unas dimensiones de 62,40 x 68.60 m., y suponía una articulación interna con noventa apoyos, dispuestos en nueve filas de diez. Ha habido propuestas de corrección en el número de columnatas, pero que no cuestionan las proporciones esencialmente cuadradas del edificio.Es muy posible que la enorme cubierta, tal vez ejecutada en madera vista, fuera piramidal, dispuesta a cuatro vertientes.
     
    Tanto las proporciones grandiosas como el carácter hipóstilo del edificio (no así la cubierta, tal vez inspirada en el cuerpo central de la tienda militar de Jerjes), pudieran remitir a la estructura de las salas de audiencia y apadanas de los complejos palaciales aqueménidas (Sala de las Cien Columnas de Persépolis, apadana de Susa). Entre los monumentos públicos, el Odeón de Pericles debió representar el exponente por excelencia de la recepción en Atenas de la arquitectura áulica de Persia, que a su vez, en su carácter hipóstilo, no había sido ajena a la experiencia constructiva de los griegos.
        
  Cabe suponer una división interna entre el espacio central bajo el vértice de prominente cubierta apuntada, destinado a los intérpretes, y otro amplio sector hipóstilo en el que se emplazarían los espectadores en los cuatro lados del monumento, probablemente en asientos de madera (en el sitio arqueológico no ha aparecido evidencia de gradas permanentes). De todos modos, conforme a esta disposición interna, el Odeón resultaría tan problemático desde el punto de vista de la acústica como de la visión.                                    
     El biógrafo enlaza estrechamente el edificio a la figura y a la ambición (filotimía) de Pericles, quien incluso habría intervenido como supervisor del monumento. Sin embargo, el haber formado parte de la comisión encargada de supervisar la marcha de los trabajos, no comportaba una particular ascendencia sobre el Odeón. El cargo de επιστάτης no poseía un carácter permanente y la comisión  supervisora era renovada anualmente por la boulé. Si bien Plutarco crea un estrecho vínculo entre el Odeón y la figura de Pericles, más intensa que en el resto de los monumentos del programa,  no afirma que el edificio hubiera sido ejecutado a sus expensas.

El Queronense testimonia que el Odeón se destinó a los certámenes musicales de las Panateneas, en los que el propio estratego actuaba como juez (ἀθλοθέτης) y supervisaba las mismas interpretaciones. La iniciativa se situaría en el marco de una remodelación panhelénica de los grandes festivales atenienses, plena de intención propagandística y decretada por el propio Pericles . Por deducción de lo dicho en los pasajes del bíos consagrados a la educación del mandatario, en esta reorganización es posible que no haya sido ajeno el músico Damón, miembro del círculo ilustrado del político, en palabras del cómico Platón, “el Quirón que educó a Pericles”. Tal vez inducido por su consejero, el estratego debió mostrar interés hacia la utilidad social, religiosa y política de "la nueva música" (Mosconi 2000). Según testimonio de Olimpiodoro, “había sonidos que armonizaban a los ciudadanos, sonidos que Pericles aprendió de Damón y mediante los cuales armonizaba la ciudad” (Olymp. Alc.138.4-11).
    
           A través del tiempo, la tradición escrita atribuye al Odeón una sorprendente multiplicidad de usos: auditorio, sala de tribunal, lugar de reunión de la caballería, almacén de grano, finalmente centro filosófico; en dos pasajes de los Moralia, el propio Plutarco indica su función de “escuela filosófica”, donde antaño podían escucharse las lecciones del estoico Crisipo. El hecho es que, salvo el Queronense, ningún otro autor señala que el Odeón de Periles se ejecutara para la celebración de los musikoi agónes de las Panateneas. 

Ninguna otra fuente literaria sitúa estos certámenes musicales en un edificio cuya estructura hipóstila no resultaría precisamente idónea desde el punto de vista acústico. Sin embargo, una inscripción del siglo II a. C. habla de la restauración del Odeón junto con otros preparativos para la celebración de las Grandes Panateneas (IG II 968, 47-52). Es cierto que en época arcaica y clásica, tales festivales musicales se celebraban en espacios públicos al aire libre, en torno a los altares de los santuarios, en el ágora y  a partir del siglo IV a.C., en el teatro de Dioniso. Por tanto, en la Atenas del siglo V a.C. no era necesaria la construcción para tal fin de un edificio cubierto de estas características.

 Pero el hecho es que el Odeón funcionaba en conexión con la celebración de los festivales de la ciudad. No solo con los eventos panatenaicos. Una parte del ceremonial de las Dionisias tenía lugar en el Odeón; en particular el proagón, rito preliminar al certamen dramático que se desarrollaba en el teatro. De modo que los vínculos entre  el odeón y el teatro no eran meramente visuales: obedecían al ceremonial y a la función. El gran aforo del edificio propiciaría una gran congregación de espectadores, una amplia audiencia tanto ciudadana como no ciudadana que asistía a lo que vendría a ser una suerte de preámbulo y presentación de los grandes certámenes panatenaicos y dionisíacos

 A propósito del Odeón clásico, que tanto través de las fuentes literarias como de la evidencia arqueológica se vislumbra como monumento singular, anota Plutarco versos satíricos procedentes de la Comedia Antigua, de Las Tracias de Cratino, de data discutida. Se trata de la mención más antigua del Odeón de Pericles, por entonces recientemente concluido (¿h. 447- 443 a.C.?). En el pasaje burlesco, el vituperio personal se enlaza a la crítica política: un Pericles-Zeus, triunfal tras un ostracismo, -probablemente el de su contrincante Tucídides de Melesia-, de cabeza acebollada (seguramente calvo), aparecía en escena llevando sobre su cabeza un bizarro e hiperbólico tocado: la maqueta del propio Odeón. Como otras citas de comediógrafos acotadas en el bíos plutarqueo, el pasaje de Cratino remite a la dialéctica entre dirigente y comunidad y funciona como eco escénico de la polémica que las iniciativas edilicias del estratego generaron en la opinión ciudadana.
          
                  Plutarco interpreta la construcción  como teatrum tectum, le confiere funciones propias de una sala de audiciones cubierta, destinada certámenes musicales y más tarde, espacio de la palabra filosófica  Sin embargo el monumento, además de singular, tuvo mucho de excepcional. En lugar de invención del periodo clásico, el odeón canónico constituye un prototipo arquitectónico que, inspirado en el bouleuterión helenístico, fue creación romana. Uno de los primeros ejemplos conocidos lo proporciona el célebre Odeón tardo republicano de Pompeya, anexo al teatro y edificado en tiempos de Sila (c.75 a. C.), buen conocedor de las laderas de la Acrópolis  ateniense. 
   
    Atenas no contó con una construcción de estas características hasta la etapa augustea, cuando en el ágora griega se edificó el Odeón de Agripa, construcción sin apoyos internos ubicada en un ámbito que durante el Arcaísmo tuvo función performativa. Se trata del único monumento en la ciudad que en su descripción del Ática Pausanias designa con este término (Paus.1.14.1). Destinado a espectáculos preferentemente musicales, un odeón romano nada tiene de hipóstilo: muy al contrario, por razones visuales y particularmente acústicas, procura crear una sala lo más despejada posible - los apoyos y refuerzos internos se aplican a los muros sustentantes de la cubierta- que propicie la reverberación del sonido. 

  



Planta del Odeón de Agripa. Ágora de Atenas, h.16-14 a. C.

                          
Odeón de Patrás (Acaya), primera mitad del siglo II d. C.

              Dentro de una indudable prevalencia musical, que de forma bien explícita consigna Pausanias en el odeón de Patrás (Acaya), calificado de “sala destinada a la música”, el teatrum tectum plantea una función polivalente; se trata de un monumento escénico afín al teatro, dotado graderío radial, orchestra y palco escénico, un aula acústica de inspiración teatral que no se concibe exclusivamente como sala de conciertos. La recitación y en  general la palabra también tuvieron en los odea su espacio. Conforme a la expresión del Periegeta, el Agrippeion del ágora ateniense era “el teatro que llaman Odeón”.
            
      A modo de recapitulación final, teatro y odeón representan ámbito performativos y en la ciudad romana con frecuencia se ubican en muy estrecha proximidad, como si el teatro imantara al odeón. Es probable que la vinculación espacial entre ambos monumentos en el sector ateniense del  santuario de Dioniso haya constituido un destacado y prestigioso referente visual en el diseño de los complejos teatrales ya desde época tardo republicana. Pero frente a la extraordinaria  monumentalidad y al bosque de columnas del odeón de Pericles, Roma optó por una escala incomparablemente menor, de aforo restringido, y por una composición exenta y despejada del espacio interno que, inspirada en el bouleuterión helenístico, procuraba ante todo calidad acústica.

BIBLIOGRAFÍA

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