sábado, 24 de agosto de 2019

Arte oficial y autoelogio en la Atenas del siglo V a. C.

En la ciudad de las imágenes que transmite el arte ateniense del siglo V a .C., que no proyecta cual espejo la sociedad que las creó, sino la forma en que aquella sociedad se autocontempla, llama la atención la forma elusiva o bien alusiva con que se relata la actualidad de la vida pública, política y militar.
Si la realidad del lógos politikós, de la asamblea y la deliberación se descartan por completo del mundo figurativo de la ciudad democrática, los grandes acontecimientos bélicos se alegorizan en el arte público mediante imágenes míticas, ya se trate de nikai aladas (icono por excelencia de la victoria, al tiempo imagen divina y alegoría del triunfo ), episodios heroicos (en particular los extraídos del ciclo troyano) o combates míticos (gigantomaquia, amazonomaquia, centauromaquia). Con contadas excepciones, como el grupo de los Tiranicidas de Critios y Nesiotes (icono por excelencia de la ciudad democrática y objeto de culto heroico) o la megalografía de Batalla de Maratón de la Estoa Poikilè (cuadro celebrativo de carácter histórico, mas con una nutrida presencia protectora de lo sobrenatural), las dedicaciones públicas de carácter  triunfal  trascienden el espacio y el tiempo, eluden la historicidad y remiten a una temporalidad remota. Mas, por efecto del pensamiento analógico, tas imágenes del relato mítico se tornan profundamente alusivas. A través de prestigiosos arquetipos, el mito y la leyenda  glorifican y magnifican los triunfos del démos de Atenas, protagonista colectivo de la victoria bajo la égida de sus dioses y héroes.






















Nike abrochando (o desabrochando) la sandalia. Último cuarto del siglo V a. C. Museo de la Acrópolis, Atenas.

 A modo de paradigma de esta estilización o abstracción oficial de la realidad política y militar en el mundo de las imágenes, cabe remitir al imaginario artístico de la Atenas de Pericles .Puesto al servicio del autoelogio de la ciudad, el Primer Clasicismo encarna el lenguaje visual por excelencia del liderazgo, de la archè ateniense, Unido a la posición hegemónica de la ciudad y a su función modélica ante el resto de Grecia, el programa monumental de la Acrópolis expresa en un plano imaginario (y al tiempo muy material) el clima social de prosperidad y autoconfianza ciudadana, así como las relaciones de dominio que tiende la polis con su imperio.

Las célebres creaciones del Parthenonzeit - la Atenea Parthénos, el friso de las Panateneas - evocan aquella imagen de vigor, poder y riqueza que Tucídides pondría en boca de Pericles en el célebre discurso oficial en honor de los caídos durante el primer año de la Guerra Arquidámica. La Parthénos, diosa nicéfora, armada pero en reposo, epitomizaba la imagen combativa y victoriosa de la polis, proclamaba su superioridad política y militar. El coloso representaba la sublimación ideológica de aquella "ciudad tiránica" en que se había convertido la Atenas del imperio naval. Mediante  las diversas variaciones míticas que figuraban en la decoración historiada del yelmo, el pedestal y el escudo de la estatua, junto con la autoctonía, mito ático por excelencia que procura la cohesión interna y refuerza la propia identidad ciudadana, se exaltaba el protagonismo de los atenienses en combates legendarios que, remitiendo a otra temporalidad, a un pasado inmemorial, prefiguraban el triunfo de Atenas en el presente y argumentaban en favor de la legitimidad del imperio, del derecho de la polis a la hegemonía. La misma temporalidad mítica se percibe en las metopas esculpidas del friso externo del Partenón, sin referencia directa a combates contemporáneos o no muy alejados en el tiempo, pero plenas de potencial alusivo al protagonismo de Atenas en las Guerras Médicas y a la legitimación de su poder, de su krátos.



Copia  romana de la estatua de Atenea Parthénos. Museo Arqueológico de Patras (Grecia)

     Con el fin de poner en evidencia los valores de cohesión la ciudad, través del mensaje oficial y colectivo, la Atenas periclea también refleja el protagonismo del conjunto del cuerpo cívico, ubicado no en el ámbito propiamente político de la asamblea o el tribunal, sino en el centro de la vida cívico religiosa. Utilizando como soporte temático la solemne procesión de las Grandes Panateneas. el friso jónico del Partenón elabora un documento figurativo de aparente actualidad, pero en el fondo profundamente modélico y atemporal, donde entre los participantes, incluso la convivencia visual entre lo humano y lo heroico se muestra armónica y compatible. Las poiciones y los valores del espectro social representado (integrado no solo por ciudadanos), aparecen estrictamente definidos. En rigor, nada se entremezcla. Y, sin embargo, en la secuencia procesional  las diferencias se superan, las distinciones individuales se mitigan en favor del ideal integrador y participativo, en el que confluye identidad y autoridad.


                    Friso de las Panateneas (Museo Británico, Londres. Museo del Louvre, París) 
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 Versión estilizada de la polis en la que se reduce todo antagonismo y se superan todas las tensiones internas, el friso (un friso sagrado, de carácter votivo, como lo fue el Partenón en su conjunto) constituye un testimonio visual particularmente elocuente de aquella colectividad que se percibe a sí misma como centro y héroe de la historia. Atenta a la gran parada cívico religiosa, desde las alturas olímpicas, la asamblea de divinidades muestra su protección y complacencia. 
 Friso de las Panateneas. Museo de la Acrópolis, Atenas







las Panateneas.  Museo de la Acrópolis, Atenas











            Friso de las Panateneas. Museo de la Acrópolis. Atenas

                      Friso de las Panateneas. Museo de la Acrópolis. Atenas