Consagrado en Delfos por la confederación griega tras la decisiva batalla de Platea (479 a.C.) y ejecutado con del diezmo del botín de guerra arrebatado a los persas destiando a Apolo, tuvo como finalidad exaltar el triunfo sobre los bárbaros y agradecer al dios del oráculo, vencedor de Pitón,la protección que había brindado a los griegos durante la Médica. En las espiras inferiores se despliega la célebre inscripción con el nombre de las ciudades griegas que participaron en la Guerra de Jerjes.
En el contexto de una nueva cultura figurativa en época constantiniana, la serpentiforme de Columna de las Serpientes se ubicó en la espina del hipódromo de la Nueva Roma. Las fuentes tardo antiguas, comenzando por Eusebio de Cesarea, biógrafo y contemporáneo de Constantino el Grande, recogen cómo el emperador hizo acopio de obeliscos, trípodes y célebres estatuas de bronce grecorromanas destinadas a embellecer la nueva capital y a ennoblecerla con la pátina de lo antiguo, confiriéndole la autoridad y dignidad cultural que correspondía a la altera Roma. A este respecto, los monumentos que como la columna de Platea se reubicaron en la espina o euripos del hipódromo, traen a la memoria la función expositiva que en su día caracterizó esta alargada barrera longitudinal y discontinua poblada de prestigiosos ornatos, de ornamenta triumphalia de los que el de Platea es el único bronce que ha sobrevivido. Signos bien visibles de liberidad y magnificencia, ponían en acento en el victorioso liderazgo imperial.
Se trataba de piezas artísticas de muy diversa procedencia e intenso valor legitimador que, una vez transferidas a Constantinopla cobraron nuevas connotaciones alusivas y confirieron al hipódromo una dimensión de museo al aire libre en la que llegó a convertirse en ciudad museo por excelencia del mundo tardo antiguo. La Columna de las Serpientes nada tuvo de expolio inerte, pues mantuvo coherencia y continuidad de significado en su nueva ubicación, donde se adecuó al módulo estético tan romano del decorum, que comportaba ornato y conveniencia. Asociada a los ludi circenses, renovó su mensaje triunfal en un recinto destinado a la celebración colectiva de la victoria. práctica inherente a los juegos romanos en tanto que ludi triumphales. Iniciado ya en tiempos de la Tetrarquía, el renacimiento triunfal vinculado al mundo de los juegos circenses habría de mantener en Constantinopla una vigencia plena y renovada durante toda la Antigüedad Tardía y los primeros siglos de la civilización bizantina, iniciando su declive al final de la Dinastía Macedónica[.
La translatio del soporte del memorial de Platea a la nueva sede, seguramente antes de 330 d.C. supuso un
transporte de largo recorrido y dadas las características de la pieza, relativamente complicado. De por sí expresa la
particular atención de Constantino el Grande hacia el monumento délfico, pleno significado histórico y simbólico. Apolo fue dios garante de la victoria, la concordia y la paz. Y la dimensión solar de Febo podía asimilarse al culto al Sol Invicto, divinidad imperial por excelencia y de especial relevancia en el contexto circense. Si bien la transferencia de la columna serpentiforme ante todo debió responder a razones de prestigio y de potencial propagandístico, seguramente tampoco fue ajena la voluntad de proteger el antiguo bronce (ubicado en un santuario que había experimentado una prolongada decadencia). Preservarlo del abandono, incluso del eventual desmantelamiento y fundición que con el encumbramiento del cristianismo habrían de sufrir tantas nobilia opera ejecutadas en metal. La apropiación constantiniana pudo obedecer también al propósito de recobrar y preservar. De hecho en Delfos la columna metálica fue cuidadosamente separada de su basa de piedra, manteniendo íntegra hasta la última espira.
La Nueva Roma obedecía a una resignificación en términos de topografía triunfal y cabe recordar cómo Constantino, siguiendo una tradición pagano imperial, se hizo representar como cosmócrata en el centro del gran foro que construyó en la segunda colina de Constantinopla mediante la estatua reutilizada de un Apolo Helios. Coronada de rayos radiales, la imagen colosal dominaba la plaza circular desde la gigantesca columna triunfal de pórfido egipcio que, si bien dañada, aún se conserva in situ (Çemberlitaş, la columna anillada). Seguramente obra helenística de carácter regio, la perdida estatua representa otro ejemplo patente de reempleo y recuperación de lo antiguo, que a su vez comporta una revaluación estética y cualitativa de las pieza.
Reconstrucción de la columna central del Forum Constantini y de la estatua de Constantino- Apolo- Helios, que tal vez reutilizó la imagen divinizada de un monarca helenístico (J. BARDILL)
La Nueva Roma obedecía a una resignificación en términos de topografía triunfal y cabe recordar cómo Constantino, siguiendo una tradición pagano imperial, se hizo representar como cosmócrata en el centro del gran foro que construyó en la segunda colina de Constantinopla mediante la estatua reutilizada de un Apolo Helios. Coronada de rayos radiales, la imagen colosal dominaba la plaza circular desde la gigantesca columna triunfal de pórfido egipcio que, si bien dañada, aún se conserva in situ (Çemberlitaş, la columna anillada). Seguramente obra helenística de carácter regio, la perdida estatua representa otro ejemplo patente de reempleo y recuperación de lo antiguo, que a su vez comporta una revaluación estética y cualitativa de las pieza.
El esbelto soporte de bronce fundido en hueco aseguraba la estabilidad de todo el monumento. Eludiendo la adopción de un orden canónico (fuera dórico o jónico), va recorrido por vueltas o espiras voluminosas correspondientes a los anillos de tres serpientes entrelazadas - o tal vez, como lo describe Heródoto, de una sola serpiente tricéfala (Hdt. 9.81), prefigurada en la Ilíada como motivo ornamental a propósito de la écfrasis del Escudo de Agamenón (Il.11.38-40) -, cuyas cabezas, de largos y sinuosos cuellos, coronaban la columna y la dotaban de su rasgo más expresivo. Fundidas también en hueco pero por separado, estas últimas tal vez sirvieron de apoyo a lo que en Delfos representaba la gran ofrenda colectiva al dios Apolo: un trípode de oro o quizá de bronce sobredorado, que a su vez sostenía un caldero de oro. Pero más que en las cabezas de las serpientes, que debieron sustentar la cuba, los pies el trípode pudieron arrancar de la base del monumento y elevarse hasta la atura del caldero.
Dos propuestas de reconstrucción del monumento de Platea (RIDGWAY 1977, conforme a GAUER, 1968)
Lo cierto es que todo apunta a que el desaparecido trípode tuvo una relevancia muy particular en el conjunto del anáthema de Platea: de hecho, en el trascurso de la Antigüedad la ofrenda se denominó siempre "el trípode" (especialmente, "el trípode dorado") designándose el todo por la parte, tal vez debido no sólo al material precioso con que estaba ejecutado o bien del que se hallaba revestido, sino también a sus proporciones espectaculares. Como consigna Pausanias, la parte realizada en oro fue despojada por los focidios (Paus.10.10.13.9), durante la tercera Guerra Sagrada (356-346 a.C.)
Santuario de Apolo en Delfos. Basamento aparejado del monumento de Platea, ubicado en un sector del témenos muy denso en ofrendas. La reconstrucción e incluso la identificación de esta base o cimentación del anáthema se revela en algunos aspectos problemática. Sobre los bloques superiores de calcárea, se ensamblaría la basa, campaniforme. Presentes en otras ofrendas délficas de carácter conmemorativo, tales basas aseguraban la transición entre el pedestal cuadrangular y el soporte vertical cilíndrico. En conjunto, la dedicación probablemente se elevaría más de nueve metros sobre el nivel del suelo. Uno de los numerosos exponentes de la verticalidad que en buena medida caracterizó el paisaje monumental del santuario.
El gran soporte, en origen emplazado sobre un pedestal muy cercano al altar de Apolo en Delfos, alcanza una altura de 5,35 metros y presenta obvias mutilaciones, junto con algunas perforaciones. En la parte inferior, las primeras espiras se se ensanchan muy ligeramente. Se conserva un total de 29 y entre los anillos 3 y 23 se despliega la inscripción - hoy muy desleída- con el registro de las ciudades griegas que tomaron parte en la Guerra de Jerjes. En el lugar de origen, las espiras posiblemente debían arrancar de una basa troncocónica acampanada en piedra moldurada que no ha dejado huella material en Estambul y muy escasa en Delfos. El arranque del fuste, que no presenta rupturas en su extremo, se ensambla en un capitel de mármol blanco reutilizado y perforado: los indicios de canalización en el suelo indican que en un período de su historia la columna se empleó como fuente. En cuanto al extremo superior, aparece abruptamente tajado, desprovisto de cualquier vestigio de su remate en cuellos y cabezas ofidio.
Del coronamiento, con el τρικάρηνος όφις , tan solo se conserva la mandíbula superior de una de las conminatorias serpientes (Museo Arqueológico, Estambul), hallada a corta distancia del hipódromo, junto a la iglesia de Santa Sofía. Se trata de una destacada pieza zoomórfica ejecutada en los albores del Estilo Severo, en un tiempo de grandes broncistas. Así lo denota el tratamiento rígido de la forma y los rasgos dibujísticos y estilizados. Falta la lengua saliente, que reproducen varios testimonios figurativos del monumento; los ojos se ejecutarían mediante incrustación en otros materiales. La parte superior del bronce, muy aplanada, permitiría la utilización como soporte.

Hasta nuestros días, el soberbio fuste no ha sido museizado y puede contemplarse al aire libre, probablemente en el lugar originario y central donde se reinstaló, como el único bronce antiguo que ha sobrevivido en la plaza. En el eje longitudinal del recinto, flanqueada por los imponentes obeliscos, auténticos colosos del hipódromo casi equidistantes de la columna, la burmali sütun (columna retorcida, en tanto que serpentina, una de las múltiples denominaciones que en la ciudad otomana tuvo el soporte), crea en la plaza un efecto insólito. La disparidad con los monumentos vecinos no solo obedece a razones de escala. Rehundido con relación al nivel actual del suelo, el fuste parece emerger de las profundidades de la tierra como si de un ser ctónico y animado se tratara. En transición dinámica y ascendente entre el ámbito subterráneo y el mundo terrestre. evoca a Apolo Pythoktonos y con ello un arquetipo mítico: el triunfo de una divinidad solar sobre un monstruo ctónico. Hoy conserva la apariencia arborescente de un esbelto tronco desmochado donde la sinuosa plasticidad, así como la propia textura y colorido del bronce, crean llamativas relaciones de contraste con la estricta geometría en piedra, rectilínea y abstracta, de los vecinos obeliscos, gigantescas verticales solares a las que la columna de las serpientes precedió en el hipódromo. La pluralidad y la varietas caracterizaron el semblante de la spina circense, poblada de diversos y contrastados monumentos.
El fuste torso representa la reliquia de una gran ofrenda enlazada al triunfo de la Hélade sobre el bárbaro. Pero también un testimonio de la hegemonía espartana durante la Médica y, a título individual, del afán de protagonismo de la desmedida filotimia del regente lacedemonio Pausanias, indiscutible αρχηγός de Platea, probable supervisor de la ejecución de la ofrenda y quien, como más tarde Constantino, habría de refundar la ciudad de Bizancio, arrebatada a los persas en 478/477 a. C. con la flota griega a su mando.
Si bien expuestos con distintos puntos de vista que revelan cierto conflicto de memorias, particularmente a través de los relatos de Tucídides (Th.1.132.2), Apolodoro ([Dem.] 59.96-98) y Plutarco (Plu. Mor. 833C-D) se conoce la arrogancia con que Pausanias hizo inscribir una dedicación personal en el monumento de Platea, apropiándose de una ofrenda común. Ante la indignación de las ciudades que integraron la συμμαχια, poco después los espartanos aceptaron borrar el epigrama, sustituyéndolo por el epígrafe que hoy conserva, con la relación de póleis que combatieron contra los persas en Salamina y Platea, encabezado por Esparta y en segundo lugar Atenas. Un total de 31, como confirma Plutarco (Plu. Them. 20.3). Con ello, se redefinía el monumento en nuevos términos panhelénicos que no trascendían la pluralidad de ciudades partícipes del triunfo y reflejaban una forma cooperativa de conmemoración. El prestigio hegemónico de los lacedemonios quedaba asegurado al ocupar la ciudad el primer puesto del elenco. Pero en la historiografía griega el monumento se vio ligado al nombre de Pausanias, liberador y refundador de Bizancio, razón que a su vez también pudo influir en la decisión de Constantino de transferir la columna a la nueva capital. Sin duda el valor memorial, simbólico e histórico artístico de la pieza resulta de una riqueza excepcional.
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Reconstrucción del epígrafe que recorre las espiras inferiores de la columna. |
Por relación analógíca, la columna de las Serpientes llegaría adquirir a lo largo de su historia múltiples connotaciones de significado. Comenzando por el ámbito cosmológico: en época constantiniana, seguramente fue percibida y promovida como centro simbólico de un nuevo cosmos, ubicada a la altura de la tribuna imperial (kathisma), en medio del microcosmos que representa el hipódromo.La orientación de las cabezas también dio lugar a interpretaciones de esta índole; señalarían hacia cada uno de los tres continentes por entonces conocidos. Durante el periodo bizantino fue objeto de exégesis bíblica y escatológica, asociada a la serpiente de bronce de Moisés o a las dos columnas del templo de Jerusalén de Salomón.
Convertida en objeto polisémico, cabe recordar que en época tardo bizantina y otomana poseyó también la aureola enigmática de un talismán, unida a creencias populares y tradiciones folclóricas: yilandar tilsimi, talismán de las serpientes (remedio contra la mordedura de víboras), constituye otra de sus designaciones en turco. De modo que habría de ser objeto de quimeras y supersticiones, unidas a las oppositae qualitates de los ofidios: "E dezían que fueran puestas aquellas cabeças e figuras de culuebras allí por un encantamiento que fuera hecho", anota el viajero González de Clavijo, embajador de Enrique III de Castilla con motivo de su estancia en la ciudad.
En Constantinopla el soporte broncíneo mantuvo su presencia y su vigencia. Sobrevivió al saqueo y destrucción de Cuarta Cruzada (probablemente debido a su utilización como fuente). Múltiples miniaturas otomanas - también grabados de viajeros -, la reproducen ya sea aislada o bien en el ámbito de la plaza, generalmente con las cabezas de serpiente intactas. Representada con escala arbitraria, la columna aparece con frecuencia en el contexto principesco de ceremonias, paradas y otros espectáculos otomanos que tienen lugar en el Atmeydani presididos por el sultán, en cuyo honor se celebran.
Miniaturas del Surname-i Hümayun (Libro de las Celebraciones) (1583-1588). Museo Topkapi, Estambul. En la superior, representación de un espectáculo de serpientes con varios participantes presidido por el sultán en la tribuna imperial; en la inferior, escena de un festival ecuestre con un combate de lanceros (la plaza del hipódromo mantuvo a través de su historia el carácter de un campo de liza). En ambas imágenes la columna tricéfala, reproducida en primer término con grandes cuellos ondulantes y obvias proporciones arbitrarias, se erige en emblema del espacio público.
La columna de bronce también se vería inmersa en las vicisitudes (a veces acontecidas, a veces imaginadas) que experimentó la agitada historia estambulí. Al Trípode de Platea, cargado de referentes míticos, pudo aguardarle un destino de columna Medusa, o al menos así pudo acontecer en el imaginario colectivo. El desmoronamiento de las cabezas y de parte del fuste, sucedió en 1700. Algunas fuentes de aquel tiempo arrojan sombras de sospecha sobre la presencia en la ciudad de una delegación polaca en esta fecha, tras la paz de Carlowitz, coincidiendo con los inicios del declive otomano. Otras en cambio señalan que la columna no fue víctima del vandalismo, sino que los cuellos de las serpientes se vinieron abajo como consecuencia de la decrepitud, tal vez al resquebrajarse las soldaduras que los unían al fuste.
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https://penelope.uchicago.edu/~grout/encyclopaedia_romana/circusmaximus/serpentine.html
https://penelope.uchicago.edu/~grout/encyclopaedia_romana/circusmaximus/delphi.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Columna_de_las_Serpientes
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