jueves, 12 de septiembre de 2019

Sobre el Eros Arquero de Lisipo


Uno de los originales más célebres del escultor Lisipo de Sición fue la estatua en bronce de “Eros con el arco”, ejecutada h. 338- 335 a.C. para el renombrado santuario del dios en Tespias, donde Eros era con mucho la divinidad mayor de la ciudad. En la polis beocia, ubicada a los pies del Helicón, y en honor de Eros, venerado en Tespias desde tiempos remotos, cada cuatro años se celebraban los Erótidas, juegos de carácter cívico religioso inspirados en el módulo olímpico. A juzgar por testimonios de época romana, parece tratarse de un certamen sustancialmente infantil y juvenil, seguramente de carácter iniciático.

Dadas las excelentes relaciones que la ciudad beocia mantuvo con el reino de Macedonia (como más tarde con Pérgamo y Roma), y la cercanía de Lisipo a la casa regia ya desde tiempos de Filipo II, no puede descartarse que la estatua obedeciera a un encargo de la corte argéada en reconocimiento hacia Tespias, fiel aliada de la Grecia central.

La estatua de Lisipo representaba un Eros en el límite de la edad infantil, en un momento de tránsito o de inicio de la adolescencia, como pais neóteros. Así lo denota la anatomía, un tanto adiposa y sin pronunciada musculatura, la ausencia de bello púbico y el rostro, muy juvenil. Pero también el tratamiento del cabello, de mechones cortos y ondulantes, que muestra sobre el centro de la frente un fino trenzado en realce, rasgo propio de las representaciones de niños y púberes en el siglo IV a. C. La imagen del dios comparte con Afrodita la cualidad del encanto, de la xáris, entendida en Eros como capacidad mediadora de seducción.

E

 Eros con el Arco. Roma, Museos Capitolinos
Detalle de la cabeza de Eros con el Arco. Londres, Museo Británico

         En una composición de movimiento sinuoso y acentuado contraposto, la figura alada gira el tronco, los brazos y la cabeza hacia la derecha, donde en el arco, firmemente sujeto con ambas manos, se concentran la tensiones contrapuestas. Las fuerzas de ambos brazos, que parecen probar la flexibilidad del arma, son contrarias. La pose efímera, tan propia del maestro sicionio, recuerda la aristotélica kínesis entendida como proceso que entraña movimiento y cambio. Lisipo revisó el movimiento potencial característico de las posturas estables de Policleto en favor de posiciones que sugerían transitoriedad. Como en el Apoxióménos, el dominio de la apariencia pasajera sobre la permanencia y estabilidad, propias de la estatua  en reposo, queda bien explícito en la imagen del dios alado.

         La posición del brazo izquierdo, que atraviesa el torso y alcanza el centro del arco, supone una innovación de Lisipo. Junto con otros sutiles recursos, como el ritmo oscilante, el movimiento efímero o la disposición helicoidal de las líneas de fuerza, de rotación compleja, enriquece la tridimensionalidad de la estatua e invita al contemplador a rodearla. El calculado efecto del contorno sinuoso que encierra volumen y espacio vacío representó sin duda  todo un reto compositivo y una anticipación. A ello se suma la  precisión, la delicadeza y gracilidad de la imagen, rasgos pertinentes del estilo de Lisipo que recogen las fuentes, ante todo, Plinio el Viejo.

Cabeza del Eros del Arco de Lisipo. Excelente adaptación en mármol de época helenística avanzada. Padua, Museo di Scienze Archeologice e d' Arte

       La mirada del joven dios se concentra con cálculo en el arco. Queda implícito el potencial destinatario de la flecha, que pronto experimentará el efecto agridulce de la pasión amorosa. Es como si el kairós, la ocasión o la oportunidad, única y precisa, se anticipara en la imagen, en transición entre el antes y el después.

El tronco vegetal que a modo de contrafuerte disimulado figura en las copias en mármol conservadas -en algunas con un carcaj-, resultaría superfluo en el original broncíneo, fundido en hueco por partes que luego se ensamblaban. En tiempos de Lisipo, la escuela de Sición se caracterizó por importantes avances en estos procedimientos de taller.



Eros del Arco. París, Museo del Louvre

Durante siglos, estatua de Tespias convivió con una destacadísima dedicación anterior, que atrajo al recinto sagrado innumerables visitantes: el admirado Eros de Praxíteles ofrendado al santuario por su modelo y amante, la cortesana Friné, oriunda de Tespias. El maestro ejecutó la escultura en mármol de Paros, representando al dios alado juvenil y  en reposo, sin el atributo del arco,que en cambio aparecía en otro Eros en bronce que el artista ático había realizado con anterioridad. A decir de las fuentes, el de Tespias era un Eros en reposo, de mirada a un tiempo ardiente y melancólica que, utilizando la expresión de Eurípides en Hipólito, destilaba deseo de sus ojos. A diferencia del original de Lisipo, se conserva un amplio anecdotario sobre el Eros praxitélico que, como la Afrodita Cnidia, incluso fue objeto de agalmatofilia. En un epigrama de época helenística, el poeta Antípratro habría de realizar una interpretación alegórica la estatua praxitélica en tanto que personificación del Deseo, “el dulce Deseo tespíada”.


Eros tipo Centocelle. Se considera la versión más próxima a la estatua de Praxíteles en Tespias. Nápolés. Museo Arqueolóico Nacional

Se desconoce la ubicación precisa de ambas esculturas en el santuario. La de Praxíteles iba acompañada de una imagen de Afrodita y otra de Friné, ambas también del escultor ático, integrando una tríada. Con relación a su predecesor, el Eros del arco tal vez funcionó a modo de pendant y expresión complementaria de las cualidades, del poder y la caracterización del dios, divinidad agridulce (glykypikros), sublime y popular. Pleno de tensiones y contrastes, Eros fue objeto de permanente atención hermenéutica en el medio cultural griego.

En su visita al santuario, Pausanias pudo contemplar el original del maestro de Sición, no así la escultura de Praxíteles, expoliada y trasladada a Roma y reemplazada en el santuario por una copia (Paus.9.27.3), como ya se ha indicado en otra entrada. Plinio vio la pieza museizada en la ciudad, expuesta en el Pórtico de Octavia. El Erótico de Plutarco, un diálogo bien polémico ambientado en la sagrada Tespias en el que Eros, protagonista absoluto, se antepone al resto de los dioses, no dedica atención descriptiva al santuario ni a las esculturas sagradas que contenía en tiempos de su autor. Ni originales, ni copias.

     La presencia de las dos versiones de Eros en Tespias trae a la memora la doble presentación estatuaria de Afrodita en el santuario que la ciudad de Elis consagró a la diosa y ejecutadas también por maestros de mayor renombre. La más antigua, una Afrodita Urania, la célebre Afrodita de la Tortuga, obra criselefantina de Fidias, reproducida en toda su dimensión  cósmica y  que debió ser la estatua cultual, ubicada en el templo. Una segunda imagen de la diosa, ejecutada en bronce por Escopas de Paros, se emplazaba en el recinto del santuario (no en el templo) y en ella Afrodita aparecía montada sobre un carnero, mostrándose en una faceta más mundana y popular, como Afrodita común o pandémos.

         Del mismo modo, el dios arquero de Lisipo, de expresión un tanto fría y representado en plena acción, portando un atributo tan emblemático (apolíneo y homérico), quizás hiciera referencia a otra naturaleza de Eros, si no superior, al menos divergente con respecto a la escultura praxitélica. De modo que la relación entre las estatuas del dios armado y el  dios contemplativo - que  asociado a Arodita y Friné personificaba la pasión amorosa -, crearía efectos de complementariedad temática, además de patentes contrastes de estilo que los iniciados en la cultura artística de aquel tiempo percibirían con deleite.

        





























Eros del Arco. Versión del original de Lisipo. San Petersburgo, Ermitage

  Dado el celebérrimo predecesor en el santuario de Tespias, el encargo de un nuevo Eros debió representar para Lisipo todo un reto que estimularía en el escultor la rivalidad, el ζῆλος, entendido como afán de superación. Un anhelo que se consigna como actitud muy extendida en el ámbito del individualismo y la competición artística del siglo IV a. C. La revisión crítica de Policleto en el posicionamiento estilístico de Lisipo apunta en esta misma dirección: más que de emular, se trata de rivalizar y superar. Con relación al pasado, más también con el presente. Máxime cuando Praxíteles, una generación anterior a Lisipo y muerto hacia 326 a.C., gozaba por aquel tiempo de un prestigio artístico incomparable.

             Amén de la estatua de Tespias, se tiene noticia de un segundo Eros de Lisipo, ejecutado para la ciudad de Myndos en Caria. Parece que en la escultura el joven dios interrumpía el acto de tensar el arco (o tal vez de soltar la cuerda), y giraba la cabeza en sentido inverso a la estatua de Tespias, en dirección opuesta al arco, quizas atento a la voz de Afrodita. Así parecen confirmarlo algunas copias, como la de Quesarat (sur de Albania). La escasa información sobre esta versión la proporciona en el siglo XI Jorge Cedreno a partir de una fuente tardo antigua. El cronista bizantino consigna cómo el Eros del arco de Myndos junto con el Kairós, también original de Lisipo, terminó en la la deslumbrante colección del Lauseion de Constantinopla, que atesoraba algunas de las piezas más insignes de la escultura griega, una prestigiosa gliptoteca destruida en 476 d.C. por efecto de un incendio. De todos modos, la figura de Eros atento a la palabra de la diosa, no deja de recordar otra destacada creación lisípica: la imagen de Hermes en tenso reposo escuchando el mensaje de Zeus.

                 El prototipo de Lisipo en Tespias es bien conocido a través de numerosas réplicas tardo helenísticas y de época imperial romana, a veces de entonación alejandrina o aticista y muchas muy restauradas. Las romanas se adscriben a la categoría de los nobilia opera, reproducciones de célebres originales griegos ejecutados por maestros renombrados del pasado. La difusión mediterránea del Eros arquero fue bien notable (Italia, Cirenaica, Asia Menor, Iliria) y varias de las versiones parecen haberse destinado a espacios sagrados y públicos.

BIBLIORAFÍA

DÖHL (1968)
STEWART (1968, 1983)
MORENO (1974, 1987, 1995)
HERMARY (1986)
POLLITT (1989)
VON FILSECK (1990)
EDWARDS (1996)
ROLLEY (1999)
CORSO ( 1991,2004)
LOPES (2002, 2009)