Uno de los
originales más célebres del escultor Lisipo de Sición fue la estatua en bronce
de “Eros con el arco”, ejecutada h. 338- 335 a.C. para el renombrado santuario
del dios en Tespias, donde Eros era con mucho la divinidad mayor de la ciudad.
En la polis beocia, ubicada a los pies
del Helicón, y en honor de Eros, venerado en Tespias desde tiempos remotos, cada
cuatro años se celebraban los Erótidas, juegos de carácter cívico religioso inspirados
en el módulo olímpico. A juzgar por
testimonios de época romana, parece tratarse de un certamen sustancialmente
infantil y juvenil, seguramente de carácter iniciático.
Dadas las
excelentes relaciones que la ciudad beocia mantuvo con el reino de Macedonia
(como más tarde con Pérgamo y Roma), y la cercanía de Lisipo a la casa regia ya
desde tiempos de Filipo II, no puede descartarse que la estatua obedeciera a un
encargo de la corte argéada en reconocimiento hacia Tespias, fiel aliada de
la Grecia central.
La estatua de Lisipo representaba un Eros en el límite de la edad infantil, en un momento de tránsito o de inicio de la adolescencia, como pais neóteros. Así lo denota la anatomía, un tanto adiposa y sin pronunciada musculatura, la ausencia de bello púbico y el rostro, muy juvenil. Pero también el tratamiento del cabello, de mechones cortos y ondulantes, que muestra sobre el centro de la frente un fino trenzado en realce, rasgo propio de las representaciones de niños y púberes en el siglo IV a. C. La imagen del dios comparte con Afrodita la cualidad del encanto, de la xáris, entendida en Eros como capacidad mediadora de seducción.
Detalle de la cabeza de Eros con el Arco. Londres, Museo Británico
En una
composición de movimiento sinuoso y acentuado contraposto, la figura alada gira
el tronco, los brazos y la cabeza hacia la derecha, donde en el arco,
firmemente sujeto con ambas manos, se
concentran la tensiones contrapuestas. Las fuerzas de ambos brazos, que parecen probar la flexibilidad del arma, son contrarias. La pose efímera, tan propia del maestro sicionio, recuerda la aristotélica kínesis entendida como proceso que entraña movimiento y cambio. Lisipo revisó el movimiento potencial
característico de las posturas estables de Policleto en favor de posiciones que sugerían transitoriedad. Como en el Apoxióménos, el dominio de la apariencia pasajera sobre la
permanencia y estabilidad, propias de la estatua en reposo, queda bien explícito
en la imagen del dios alado.
La posición
del brazo izquierdo, que atraviesa el torso y alcanza el centro del
arco, supone una innovación de Lisipo. Junto con otros sutiles recursos,
como el ritmo oscilante, el movimiento efímero o la disposición helicoidal de
las líneas de fuerza, de rotación compleja, enriquece la tridimensionalidad de
la estatua e invita al contemplador a rodearla. El calculado efecto del
contorno sinuoso que encierra volumen y espacio vacío representó sin duda todo un
reto compositivo y una anticipación. A ello se suma la precisión, la delicadeza y gracilidad de la
imagen, rasgos pertinentes del estilo de Lisipo que recogen las fuentes, ante
todo, Plinio el Viejo.
Cabeza del Eros del Arco de Lisipo. Excelente adaptación en mármol de época helenística avanzada. Padua, Museo di Scienze Archeologice e d' Arte
La mirada del joven dios se concentra con cálculo en el arco. Queda implícito el potencial destinatario de la flecha, que pronto experimentará el efecto agridulce de la
pasión amorosa. Es como si el kairós,
la ocasión o la oportunidad, única y precisa, se anticipara en la imagen, en transición entre el antes y el después.
El tronco
vegetal que a modo de contrafuerte disimulado figura en las copias en mármol
conservadas -en algunas con un carcaj-, resultaría superfluo en el original
broncíneo, fundido en hueco por partes que luego se ensamblaban. En tiempos de Lisipo, la
escuela de Sición se caracterizó por importantes avances en estos procedimientos
de taller.


Eros del Arco. París, Museo del Louvre
Durante
siglos, estatua de Tespias convivió con una destacadísima dedicación anterior, que atrajo al recinto sagrado innumerables visitantes: el admirado
Eros de Praxíteles ofrendado al santuario por su modelo y amante, la cortesana
Friné, oriunda de Tespias. El maestro
ejecutó la escultura en mármol de Paros, representando al dios alado juvenil y en reposo, sin el atributo del arco,que en
cambio aparecía en otro Eros en bronce que el artista ático había realizado con
anterioridad. A decir de las fuentes, el de Tespias era un Eros en reposo, de
mirada a un tiempo ardiente y melancólica que, utilizando la expresión de
Eurípides en Hipólito, destilaba
deseo de sus ojos. A diferencia del original de Lisipo, se conserva un amplio
anecdotario sobre el Eros praxitélico que, como la Afrodita Cnidia, incluso fue
objeto de agalmatofilia. En un epigrama de época helenística, el poeta
Antípratro habría de realizar una interpretación alegórica la estatua
praxitélica en tanto que personificación del Deseo, “el dulce Deseo tespíada”.
Eros tipo Centocelle. Se considera la versión más próxima a la estatua de Praxíteles en Tespias. Nápolés. Museo Arqueolóico Nacional
Se desconoce
la ubicación precisa de ambas esculturas en el santuario. La de Praxíteles iba
acompañada de una imagen de Afrodita y otra de Friné, ambas también del
escultor ático, integrando una tríada. Con relación a su predecesor, el
Eros del arco tal vez funcionó a modo de pendant
y expresión complementaria de las cualidades, del poder y la caracterización
del dios, divinidad agridulce (glykypikros),
sublime y popular. Pleno de tensiones y contrastes, Eros fue objeto de permanente atención
hermenéutica en el medio cultural griego.
En su visita
al santuario, Pausanias pudo contemplar el original del maestro de Sición, no
así la escultura de Praxíteles, expoliada y trasladada a Roma y reemplazada
en el santuario por una copia (Paus.9.27.3), como ya se ha indicado en otra
entrada. Plinio vio la pieza museizada en la ciudad, expuesta en el Pórtico de
Octavia. El Erótico de Plutarco, un diálogo
bien polémico ambientado en la sagrada Tespias en el que Eros, protagonista
absoluto, se antepone al resto de los dioses, no dedica atención descriptiva al
santuario ni a las esculturas sagradas que contenía en tiempos de su autor. Ni originales, ni copias.
La presencia de las dos versiones de Eros en Tespias trae a la memora la doble presentación estatuaria de Afrodita en el santuario que la ciudad de Elis consagró a la diosa y ejecutadas también por maestros de mayor renombre. La más antigua, una Afrodita Urania, la célebre Afrodita de la Tortuga, obra criselefantina de Fidias, reproducida en toda su dimensión cósmica y que debió ser la estatua cultual, ubicada en el templo. Una segunda imagen de la diosa, ejecutada en bronce por Escopas de Paros, se emplazaba en el recinto del santuario (no en el templo) y en ella Afrodita aparecía montada sobre un carnero, mostrándose en una faceta más mundana y popular, como Afrodita común o pandémos.
Del
mismo modo, el dios arquero de Lisipo, de expresión un tanto fría y representado en plena
acción, portando un atributo tan emblemático (apolíneo y homérico), quizás
hiciera referencia a otra naturaleza de Eros, si no superior, al menos divergente con respecto a la escultura praxitélica. De modo que la relación entre las
estatuas del dios armado y el dios contemplativo - que asociado a Arodita y Friné personificaba la
pasión amorosa -, crearía efectos de complementariedad temática, además de
patentes contrastes de estilo que los iniciados en la cultura artística de aquel tiempo percibirían con deleite.
Eros del Arco. Versión del original de Lisipo. San Petersburgo, Ermitage
Dado el celebérrimo predecesor en el
santuario de Tespias, el encargo de un nuevo Eros debió representar para Lisipo
todo un reto que estimularía en el escultor la rivalidad, el ζῆλος, entendido como afán de superación. Un anhelo que se consigna como actitud muy extendida en el ámbito del
individualismo y la competición artística del siglo IV a. C. La revisión crítica
de Policleto en el posicionamiento estilístico de Lisipo apunta en esta misma
dirección: más que de emular, se trata de rivalizar y superar. Con relación al pasado, más también con el presente. Máxime cuando
Praxíteles, una generación anterior a Lisipo y muerto hacia 326 a.C., gozaba
por aquel tiempo de un prestigio artístico incomparable.
Amén de la
estatua de Tespias, se tiene noticia de un segundo Eros de Lisipo, ejecutado para
la ciudad de Myndos en Caria. Parece que en la escultura el joven dios interrumpía
el acto de tensar el arco (o tal vez de soltar la cuerda), y giraba la cabeza
en sentido inverso a la estatua de Tespias, en dirección opuesta al arco,
quizas atento a la voz de Afrodita. Así parecen confirmarlo algunas copias,
como la de Quesarat (sur de Albania). La escasa información sobre esta versión
la proporciona en el siglo XI Jorge Cedreno a partir de una fuente tardo
antigua. El cronista bizantino consigna cómo el Eros del arco de Myndos junto con el
Kairós, también original de Lisipo, terminó en la la deslumbrante colección del
Lauseion de Constantinopla, que atesoraba algunas de las piezas más insignes de
la escultura griega, una prestigiosa gliptoteca destruida en 476 d.C. por
efecto de un incendio. De todos modos, la figura de Eros atento a la palabra de
la diosa, no deja de recordar otra destacada creación lisípica: la imagen de
Hermes en tenso reposo escuchando el mensaje de Zeus.
El prototipo
de Lisipo en Tespias es bien conocido a través de numerosas réplicas tardo
helenísticas y de época imperial romana, a veces de entonación alejandrina o
aticista y muchas muy restauradas. Las romanas se adscriben a la categoría de los nobilia opera, reproducciones de célebres originales griegos
ejecutados por maestros renombrados del pasado. La difusión mediterránea del
Eros arquero fue bien notable (Italia, Cirenaica, Asia Menor, Iliria) y varias
de las versiones parecen haberse destinado a espacios sagrados y públicos.
BIBLIORAFÍA
DÖHL (1968)
STEWART (1968, 1983)
MORENO (1974, 1987, 1995)
HERMARY (1986)
POLLITT (1989)
VON FILSECK (1990)
EDWARDS (1996)
ROLLEY (1999)
CORSO ( 1991,2004)
LOPES (2002, 2009)
BIBLIORAFÍA
DÖHL (1968)
STEWART (1968, 1983)
MORENO (1974, 1987, 1995)
HERMARY (1986)
POLLITT (1989)
VON FILSECK (1990)
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ROLLEY (1999)
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